Es complicado ponerse delante de una cámara para contar que un niño de solo 8 años ha sido asesinado. Pero es aún más difícil describir la mezcla de sentimientos que he vivido estos días al contar una noticia como ésta. Para mí no era una desaparición más, no era un suceso más con el que abrir el informativo... no sé explicar muy bien por qué. Quizás por la fuerza que ha transmitido Patricia, por cómo ha hecho que todos tuviéramos la sensación de conocer y querer a Gabriel, quizás porque esto estaba ocurriendo en Almería, mi tierra. Llevo doce días con un nudo en el estómago y otro en la garganta que me ha hecho muy difícil contar cada día las novedades del caso. No puedo imaginar el dolor tan inmenso de sus padres... un dolor que hemos compartido todos, de alguna manera, y que hoy se ha hecho mucho más intenso. El "pescaíto" ya descansa y hoy ese nudo es un vacío. Solo puedo decirle a esos padres que lo siento tanto... que ojalá esto fuera una pesadilla.
Si algo ha conseguido esta terrible tragedia es demostrar, una vez más, la solidaridad de todos los almerienses, volcados en la búsqueda y unidos con la esperanza de encontrar a Gabriel. El otro día al ver las imágenes de la concentración, me derrumbé. Quería estar allí, gritar con mis vecinos, mis amigos y mi familia que Gabriel iba a aparecer. Gracias por haber estado allí por mí.
Hoy la frustración, la indignación y la rabia es compartida. Ojalá no tuviera que hablar hoy en el informativo del asesinato del pequeño Gabriel.
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