Es una pregunta que muchas veces nos hacemos y a la que los profesionales de la psicología intentamos dar una respuesta basada en el método científico. El presunto asesinato del pequeño Gabriel ha provocado en los ciudadanos una reacción emocional colectiva que se produce cuando tenemos eso que se llama empatía: sentir como propias emociones ajenas. Esta característica única del ser humano logra que se den esos momentos mágicos como el de la concentración de pasado viernes en la Puerta Purchena o el de ayer en el mismo lugar, donde miles de almerienses mostraron una emoción compartida que puso a los que asistieron los pelos de punta. Justamente esa empatía es uno de los rasgos del que suele adolecer en su perfil psicológico los asesinos y es una de las causas que provoquen lo que suele calificarse como frialdad a la hora de realizar sus actuaciones. Para la mente del asesino, el asesinato es un instrumento para intentar descargar su frustración y que realizan al no saber ponerse el lugar de la víctima. Esta es un mero objeto con el que poder lograr imponer su razón y es una de las características que les delata y que en las pruebas psicométricas de personalidad que se realizan dan como resultado un claro rasgo de psicopatía, que les hace distanciarse emocionalmente de su víctima pero que les hacer ser plenamente conscientes de lo que hacen.
Otro de los rasgos comunes es su alto grado de manipulación sobre las personas de su entorno más cercano gracias a manejar una seducción que les hace acercarse a sus víctimas con mucha facilidad y del que pueden hacer gala en los momentos más tensos sin mostrar datos que nos puedan dar a entender debilidad o incertidumbre.
Eso le hace estar en la sociedad con aparente normalidad, sin conductas que nos puedan llamar la atención y que les hacen que pueden estar perfectamente integrados en su comunidad. Un dato a tener en cuenta es su baja asertividad: cualquier situación adversa la toman como un ataque frontal a su persona y en la misma o bien responden de manera pasiva o bien de manera agresiva, no siendo capaces casi siempre de poder gestionar esas situaciones de manera que puedan defender sus opiniones o derechos sin generar frustración. Así, en la víctima ven como el causante del daño o de la amenaza que le viene a sus proyectos y del que hacen culpable de su fracaso a la hora de buscar lo que ellos consideran lo más apropiado para su proyecto vital.
Pero para cada asesinato, que implica premeditación y la existencia de algún tipo motivación por parte del agente causante para provocar la muerte, corresponde un perfil especifico que defina claramente las características del autor y del que se encargan los psicólogos forenses para poder establecer los parámetros con los que estudiar mejor al que realiza semejante acto de barbarie.
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