2018 es el año del quinto centenario de la destrucción de la antigua ciudad de Vera. Una población recién conquistada por los cristianos, amurallada, sobre un cerro y con una alcazaba en su cima que sucumbió ante la fuerza de un fatídico terremoto el 9 de noviembre de 1518.
Por ello, el Ayuntamiento de Vera ha centrado muchos de sus esfuerzos en la puesta en valor del cerro del Espíritu Santo, enclave de la vieja Vera. Además de una serie de homenajes y actividades de tipo cultural y divulgativo, la principal actuación se llevará a cabo sobre el propio yacimiento.
Hace unos días han salido a licitación las obras sobre los restos del Espíritu Santo, con un presupuesto de casi 265.000 euros y un plazo de ejecución máximo de siete meses. Por tanto, deberían estar acabadas en el primer trimestre de 2019, aunque se podrán visitar los trabajos en un “abierto por obras”.
Consolidar los restos
Los objetivos de las intervenciones que se van a llevar a cabo están encaminados a frenar los daños causados como consecuencia de los factores de degradación, a recuperar la integridad física del material mediante la fijación y consolidación de los materiales que componen la obra, así como a recuperar su unidad potencial y calidad estética, siempre “mostrando el máximo respeto por el original”.
Estos restos -murallas, cimentación de edificios- se encuentran diseminados por la ladera del cerro, los cuales se encuentran en malas condiciones de conservación, con
gran peligro de que algunos de ellos se pierdan en su totalidad por las circunstancias en que se encuentran sus elementos. Se pueden apreciar diferentes patologías como disgregación de materiales, erosión, pérdida de volumen y ocultación por enterramiento.
La intervención se ha dividido en seis sectores: el aljibe-ermita, la cimentación de la zona denominada mezquita (restos de una vivienda), torre norte, las murallas noroeste y suroeste y la alcazaba.
Coronando el cerro
En la cima del cerro se encuentra uno de sus elementos más característicos: una gran escultura del Sagrado Corazón de Jesús, instalada en 1949 y que se ha convertido en símbolo de la localidad. No obstante, éste es solo uno de los diferentes elementos extraños ubicados sobre los restos de la antigua alcazaba: un castillo con tres torres que coronaba la ciudad de Bayra.
El estudio arqueológico previo ha revelado que la torre suroeste se encuentra descalzada y el resto de torres presentan pérdidas volumétricas y disgregación del mortero de cal, lo que pone en peligro la cohesión de los elementos conformantes.
Además del Sagrado Corazón de Jesús, existen numerosos elementos urbanos extraños al yacimiento arqueológico, instalados en las intervenciones de principios del siglo XXI que causan daños al conjunto debido al uso que los visitantes hacen de ellos, tales como bancos, barandas o elementos de jardinería. Serán suprimidos.
Existen igualmente problemas en la estabilidad de elementos de tapial en la zona de acceso oeste, concretamente en los lienzos con arcada, donde el arco ha perdido volumen, cohesión y forma de los elementos estabilizadores y que requiere una intervención inmediata.
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