¿Qué hacer ante el ataque de un perro?

A los animalistas más acérrimos, seguramente no les gusten algunos de los consejos del adiestrador Curro Castillo para casos de emergencia con animales descontrolados. Sin embargo, él tiene muy claro su orden de prioridades: primero el ser humano (especialmente los más vulnerables, niños y mayores), y luego el animal.

Y así lo transmite en los talleres donde enseña el protocolo de actuación que han de seguir las fuerzas de seguridad. El pasado sábado estuvo en Vera compartiendo sus conocimientos con un grupo de policías, voluntarios de Protección Civil, adiestradores y público en general. Cada año se producen decenas de casos de ataques de perros a personas. Algunos de ellos, acaban con la muerte de la víctima. Por ello, estar preparado para intervenir es clave. Hay que saber cómo enfrentarse a un perro descontrolado. 

Golpear al perro

“¿Tú le pegarías a un perro?”, le pregunta el adiestrador Curro Castillo a uno de los asistentes. “Yo no”, respondió. “¿Y si estuviera mordiendo a un niño?”. Con ese nuevo matiz la respuesta cambia. Y es que, según el experto, no hay otra forma de separar a un cánido con un fuerte instinto de caza de su presa: ni con agua, ni agarrándolo... “Hay que darle una patada en el costado, para que suelte a la víctima”, explica Castillo.

Con su dilatada experiencia de más de 40 años como adiestrador, Castillo ha visto de todo. Ni el dueño de un perro puede separarlo cuando está atacando. Por ello, explicó a los profesionales cómo deben actuar si se da el caso: “hay que agarrar al animal de las patas traseras, con firmeza, para que no pueda girarse y morderte. Una vez sujeto, hay que darle una fuerte patada en el costado, para que pierda la respiración y abra la boca, soltando a la víctima. Entonces, rápidamente hay que atar al animal, con un lazo o una correa, a una estaca o cualquier lugar seguro”. 

Señales de ataque
El lenguaje corporal del perro es muy importante para prevenir un ataque. Castillo distingue entre los perros con instinto agresivo y los que tienen un marcado instinto de caza. Estos últimos son los que provocan los ataques más graves. “Un perro agresivo no quiere llegar a la confrontación, puede morder, pero un bocado rápido, no hace presa”, explica. No obstante, los que tienen muy desarrollado el instinto cazador son los que causan muertes.

¿Cómo distinguir su actitud? El can agresivo tiene mirada fija, erizamiento del pelo, se exhibe ante la víctima. No obstante, el cazador se tira al suelo, intenta pasar desapercibido. La prevención, la aplicación de ordenanzas municipales y la formación son las claves para evitar ataques de canes. “Los accidentes son, casi todos, culpa del hombre”, sentencia el adiestrador. Por ello, reconoce que la ley de perros potencialmente peligrosos ha hecho que se reduzcan los casos.

Para prevenir problemas, hay que tener sentido común y evitar ciertas situaciones. Por ejemplo, no dejar a los niños cerca de perros desconocidos, “aunque el dueño diga que no hace nada, puede atacar en cualquier momento”.  Y es que, un perro de cierta envergadura es potencialmente peligroso, sea cual sea la raza. “Los niños, muchas veces, inconscientemente agreden al perro y este ataca”. Con la formación que han recibido estos días, los cuerpos de emergencias de Vera están preparados para actuar ante agresiones de perros. 

“Tratar a un perro como a un niño pequeño es una aberración”

Para el adiestrador Curro Castillo, muchos de los problemas con los perros se dan por excesos en el mascotismo. “Tratar a un perro como a un niño es una aberración”, sentencia. “Un can de 8 meses no es como un bebé, con esa edad puede montar a la madre”. Por ello, considera que hay un problema de cronología inadecuada a la hora de tratar a estos animales.

Además, para el experto la mayoría de personas alimenta a los canes “como si fueran vacas”, lo que produce grandes deposiciones y la problemática que esto supone en las ciudades. Otro comportamiento molesto es el ladrido. A veces es imposible de corregir. No obstante, aconseja sacar a los animales a pasear suficiente tiempo, no el justo para que hagan sus necesidades.