‘Nene’ es un gato de la raza ragdoll de nueve años de edad. Hasta hace unos días vivía tranquilamente en Mojácar Playa, cerca del Parque Comercial. Era un gato con total libertad para entrar y salir de casa cuando le venía en gana. Nunca había tenido ningún problema con los vecinos de la zona. Ni él ni su dueña, Alla Dolgaleva. Sin embargo, el pasado 13 de junio volvió a casa gravemente herido. Alguien le había disparado. “Pero es un guerrero”, dice orgullosa su dueña. ‘Nene’ ha conseguido sobrevivir.
Dolgaleva denunció el caso en las redes sociales y también lo ha puesto en conocimiento de las autoridades locales. “Mi objetivo es que el atacante sepa que se ha denunciado e intentar que no lo vuelva a hacer”, explica. “Quien haya podido hacer algo así es un neandertal”.
Disparos en el estómago
‘Nene’ llegó a casa muy enfermo. “Vino aquí a morir”, cree Alla. En principio, no descubrieron la causa de sus heridas. “Parecía que tenía alguna infección”. Pero una semana después, en una nueva visita al veterinario, le hicieron una radiografía y descubrieron dos balines adosados en su estómago. El informe del veterinario especifica que el gato “ macho blanco y gris presentaba un absceso grande en el costado derecho” y que “durante la exploración se constató que tenía alojados dos balines en el abdomen, causantes de las lesiones que presentaba”. “Por suerte, es un gato muy fuerte, ya que está siempre en la calle, y las balas se quedaron en la musculatura, no llegaron a afectar a ningún órgano”, explica su dueña.
‘Nene’ tuvo que ser operado para extraerle los proyectiles. Una intervención complicada y costosa. “Eran balines con punta afilada, no redondeados”, denuncia Dolgaleva. Por el momento se desconoce quien pudo ser el autor de los disparos ni si hubo algún testigo que pueda ofrecer más información.
Envenenamientos
Por otro lado, la protectora PATAS ha denunciado el envenenamiento de decenas de gatos en todo el término municipal de Mojácar. “Tenemos constancia de la presencia de veneno, como matarratas, que se colocó en las zonas de paso de los gatos”, explica Luis Álvarez, uno de sus socios. “Teníamos controlados unos 30 gatos que habíamos esterilizado y ahora solo quedan dos de ellos”, denuncia. De hecho, han dado parte al Seprona de estas prácticas.
“Los gatos no se comen el veneno, pero lo colocan en sitios donde se impregnan en él y al lamerse para limpiarse se intoxican y les produce una muerte muy agónica”, lamentan desde la protectora.
El asunto llegó incluso al Pleno del Ayuntamiento, a través de una pregunta de la oposición que cuestionó sobre la actividad de la empresa responsable del control de plagas. La alcaldesa reconoció que desconocía detalles sobre el asunto, pero aseguró que desde el Consistorio no se ha dado orden de ningún tipo para eliminar los gatos salvajes ni esterilizados de las calles de la localidad.
Desde PATAS quieren hacer una llamada de atención sobre el asunto para que as autoridades sean participes del problema y se busquen soluciones. “Es lamentable lo que sucede con los envenenamientos, y además, puede afectar a otros animales o incluso niños”.
Por lo pronto, ‘Nene’ ya no pasea libremente por el barrio, como hace unas semanas. Ahora, encerrado en casa sigue convaleciente de sus heridas. Es un superviviente.
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