Mónica León
23:57 • 20 ago. 2011
Los vecinos de Lúcar y Tíjola comparten un lugar natural lleno de historia: la balsa de Cela. Años y años de antigüedad, esta piscina natural de 27 grados es la zona favorita de pequeños y mayores para darse un baño que antes era un abrevadero de ganado para beber agua.
El Ayuntamiento de Lúcar y Tíjola han unido sus fuerzas para que la balsa de Cela sea lo que es hoy: el principal atractivo turístico de ambos municipios. Por el momento, según informa el alcalde de Lúcar, José Antonio González, hay varios proyectos de mejora del entorno. “Hace cuatro años instalamos la iluminación en toda la balsa, por lo que quien quiera puede venir a darse un baño también por la noche”.
La barriada de Cela en la que apenas viven 250 habitantes triplica su población en la época estival con los hijos y familias de los vecinos que viven allí. Esto revive a los municipios colindantes, así como la economía local. Alrededor de la balsa hay ocho bares que dan servicio a los muchos vecinos que vivien allí. “Llevamos más de 40 años aquí, ahora la segunda generación. El bar se mantiene en verano porque un domingo pueden venir hasta 600 personas. Se incrementa la caja y, sobre todo, los puestos de trabajo”, comenta Moisés González.
Esta piscina natural en el Valle del Almanzora es la delicia de pequeños y mayores. También lo fue hace muchos años. Así lo cuenta Francisco Pérez, de 91 años: “Nací en Cela y aquí sigo, justo enfrente de la balsa. Aún recuerdo como cuando era niño me escapaba a bañarme porque mi padre no me dejaba porque tenía que hacerme cargo del parral que teníamos. No se me olvidará nunca el día que me tiré y me di en la cabeza con una piedra. No paraba de salirme sangre. Tuve que engañar a mi padre y decirle que me di con un alambre. ¡Cualquiera le decía que me había estado bañando!”.
Pérez recuerda con alegría cómo era la balsa de antes, pero “esta mejor ahora. Es una maravilla, da mucha alegría ver a tanta gente bañarse y además, no cuesta un duro”. Los más pequeños también tienen su opinión. A Algunos les gusta porque “es muy grande y podemos nadar” y a otros porque “ven peces”.
Los días de verano es fácil ver a familias enteras en el agua o tomando el sol, así como a nostálgicos que vuelven a venir después de décadas. “Vine hace 25 años y hoy he vuelto con toda mi familia. Es increible ver como ha mejorado tanto”, cuanta Juan Sánchez, de Barcelona.
Aquagym, natación, fiestas populares... Los ayuntamientos de Lúcar y Tíjola aprovechan cualquier ocasión para sacarle partido a esta piscina natural. “Todas las mañanas casi 40 personas se dan cita para las clases de aquagym, luego les toca a los más pequeños”, explica González. Así, hace un par de año iniciaron un proyecto para cubrir la piscina en invierno, “era interesante, pero imposible de afrontar económicamente para un municipio de estas características”.
El Ayuntamiento de Lúcar y Tíjola han unido sus fuerzas para que la balsa de Cela sea lo que es hoy: el principal atractivo turístico de ambos municipios. Por el momento, según informa el alcalde de Lúcar, José Antonio González, hay varios proyectos de mejora del entorno. “Hace cuatro años instalamos la iluminación en toda la balsa, por lo que quien quiera puede venir a darse un baño también por la noche”.
La barriada de Cela en la que apenas viven 250 habitantes triplica su población en la época estival con los hijos y familias de los vecinos que viven allí. Esto revive a los municipios colindantes, así como la economía local. Alrededor de la balsa hay ocho bares que dan servicio a los muchos vecinos que vivien allí. “Llevamos más de 40 años aquí, ahora la segunda generación. El bar se mantiene en verano porque un domingo pueden venir hasta 600 personas. Se incrementa la caja y, sobre todo, los puestos de trabajo”, comenta Moisés González.
Esta piscina natural en el Valle del Almanzora es la delicia de pequeños y mayores. También lo fue hace muchos años. Así lo cuenta Francisco Pérez, de 91 años: “Nací en Cela y aquí sigo, justo enfrente de la balsa. Aún recuerdo como cuando era niño me escapaba a bañarme porque mi padre no me dejaba porque tenía que hacerme cargo del parral que teníamos. No se me olvidará nunca el día que me tiré y me di en la cabeza con una piedra. No paraba de salirme sangre. Tuve que engañar a mi padre y decirle que me di con un alambre. ¡Cualquiera le decía que me había estado bañando!”.
Pérez recuerda con alegría cómo era la balsa de antes, pero “esta mejor ahora. Es una maravilla, da mucha alegría ver a tanta gente bañarse y además, no cuesta un duro”. Los más pequeños también tienen su opinión. A Algunos les gusta porque “es muy grande y podemos nadar” y a otros porque “ven peces”.
Los días de verano es fácil ver a familias enteras en el agua o tomando el sol, así como a nostálgicos que vuelven a venir después de décadas. “Vine hace 25 años y hoy he vuelto con toda mi familia. Es increible ver como ha mejorado tanto”, cuanta Juan Sánchez, de Barcelona.
Aquagym, natación, fiestas populares... Los ayuntamientos de Lúcar y Tíjola aprovechan cualquier ocasión para sacarle partido a esta piscina natural. “Todas las mañanas casi 40 personas se dan cita para las clases de aquagym, luego les toca a los más pequeños”, explica González. Así, hace un par de año iniciaron un proyecto para cubrir la piscina en invierno, “era interesante, pero imposible de afrontar económicamente para un municipio de estas características”.
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