Las edades del hombre (II)

Un repaso por la moda de baño masculina de los últimos tiempos

Bañadores de hombre de distintas épocas muestran la evolución de esta prenda de vestir y de baño veraniega.
Bañadores de hombre de distintas épocas muestran la evolución de esta prenda de vestir y de baño veraniega. La Voz
Ricardo Alba
21:59 • 12 ago. 2018

En estas que Jehová habló, enérgicamente irritado, dicho sea de paso, con Eva y Adán. Ponerlos a caldo de perejil es quedarse corto. Les dio puerta del Paraíso. Y vestirse, que vais como Dios os trajo al mundo. Así, más o menos, lo cuentan los libros y así, con una hoja de parra, se cubrieron sus partes blandas, que, la verdad, no sé a qué viene lo de blandas. De siempre se ha empleado para referirse a ellas la frase hecha de partes íntimas, nobles, y así de seguido. Sin más preliminares, y todos vestidos de un modo u otro desde cuando aquello, vamos con lo que toca, la cosa esta de cómo el ser humano hombre se viste en la playa o piscina o laguna o en cualquier lugar con suficiente agua donde darse un chapuzón. Para los nudistas esto del vestuario, ni fu ni fa.




A bote pronto, la primera imagen en la retina es la de Alfredo Landa (por cierto, actorazo que de haber nacido en los EEUU tendría un Oscar por ‘Los Santos Inocentes’ y otro más por como mantiene la mirada a Concha Velasco en ‘Canción de Cuna’). Quien dice Alfredo Landa, dice José Sacristán o José Luis López Vazquez, con aquellos bañadores cortos, pegados, de macho ibérico, máxime con cadena de oro en la muñeca. Sin embargo, llevado por la admiración a estos y otros actores/actrices españolas, he dado el salto de un siglo en cuanto al bañador del ser humano hombre se refiere.




Cuesta imaginar a Charlton Heston en esa playa de la secuencia final de ‘El planeta de los simios’, o al ‘Tarzán’ Johnny Weissmüller de liana en liana, con aquellos trajes de baño de primeros del siglo XX: manga corta complementados con unas mallas que llegaban por encima de la rodilla y manufacturados en algodón. Estos bañadores mojados podían llegar a pesar hasta 3 kilos. Más tarde, las mangas se mudaron por tirantes y el largo de las mallas disminuyó.




La historia de la vestimenta playera del ser humano hombre es amena, divertida, dice mucho de la mudanza de los hábitos y costumbres, del asombroso espectáculo de nuestra evolución, de las Edades del Hombre, pero, fijémonos hoy en los diferentes estilos. Es suficiente dar un vistazo a nuestro alrededor en la playa, con protección solar 50, para intuir la psicología del ser humano hombre en bañador. Llegada la época estival con la mente puesta en la playita, sobre la arena nos descubrimos tal cual somos. Sin tapujos. Y no hablo de si tenemos tripa, estamos depilados o en nuestro pecho podemos hacer trenzas. Es en este momento, aunque no lo parezca, cuando mejor podemos conocer al ser humano hombre. Luego, ya, si eso, que cada cual catalogue según su criterio y parecer a exhibicionistas, comodones, deportistas, chulazos, pragmáticos, ligones, de todo hay en las playas.




El pantalón en forma de braga náutica de material elástico, el llamado huevera, es el atuendo arriesgado del ser humano hombre en acción, tipo David Beckham que ya tiene una edad, pero…, nunca, jamás lo use en la playa. O sí, si es un capricho. Aviso: con total seguridad, no se tire de ningún acantilado con este tipo de slip si cree que abajo hay embarcación con chica bikini blanco esperándole. No la hay. Ni chica, ni embarcación. En casos desesperados puede suplirse por una colchoneta y la propia. Y, por favor, depilarse.




En el extremo opuesto, va siendo hora de mandar a las profundidades del olvido el bañador ‘fraguero’, ese mismo de la foto que está pensando. Despréndase de él ya mismo y sustitúyalo por uno más acorde a los tiempos, a no ser que pretenda confeccionarse una tienda de campaña o quiera dejar bien claro que la playa no es su lugar. Aún se ven modelos de este tipo de bañadores Meyba -“Prendas felices para un maravilloso verano”, apuntaba su publicidad-, generalmente complementados en la parte de más arriba del torso con una gorra o sombrerillo de paja. Deberían cuidarse con cariño, son ejemplares en vías de extinción.




Años después, los pantalones de baño se fueron acortando. Los calzones de baloncesto y los surfistas tiraban a escasamente prácticos, especialmente si no eras surfero ni jugador de baloncesto, pero querías aparentar una u otra cosa. No, no servían, no eran cómodos. Tardaban horas en secarse, se almacenaba en ellos un talego de arena. No, definitivamente no. La moda no se acomodó con la practicidad. Ahora, en las playas vemos que los pantalones excesivamente largos quedan reservados a los niños, es decir, a los seres humanos hombres niños. Pobrecitos míos.




Parece que la moda del ser humano hombre cambia menos que la del ser humano mujer, y es verdad. No obstante, en el campo de los bañadores la evolución ha sido rápida e imparable: tipos de tejidos, estampados, lisos, largo de pierna, con o sin bolsillo, colores..., en cualquier caso, los expertos en moda no dudan en pronunciarse: “Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que hemos llegado a la medida exacta de la elegancia. Si la moda continúa acortando los bañadores, llegando a los niveles de la década de los 80 del siglo pasado, el buen gusto empezará a ponerse en peligro. Pero actualmente, el pantalón tipo boxer es la verdadera vara de medir. Son favorecedores a cualquier edad, aluden a una masculinidad adulta sin necesidad de exhibicionismo y, sobre todo, son la largura más cómoda y adaptable para la vida activa. Hoy, en playas o piscinas, es de mal gusto marcar ‘paquete’, se debe marcar tendencia”. Me entra la duda de si esto último no es lo mismo. Pues eso. Nos vemos en la playa.


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