Un año más el macrofestival Dreambeach se ha celebrado sin tener que lamentar ningún incidente grave. Más de 150.000 personas han pasado por el recinto instalado junto a la playa de Villaricos durante cinco jornadas de música electrónica. Gran parte de la ‘culpa’ de que todo haya transcurrido por los cauces normales la tienen los más de 400 agentes de la Guardia Civil que han velado por la seguridad de los ‘dreamers’. Esos otros asistentes al festival que no bailan,sino que trabajan para los que se divierten.
El dispositivo organizado no tenía precedentes en la provincia. Jamás se habían desplegado tantos efectivos y especialidades diferentes. El festival estaba controlado por tierra, mar y aire. El viernes, con la actuación, entre otros, de Martin Garrix, era el punto más conflictivo. Hasta 125 efectivos trabajaron a la vez. “Hay un núcleo de fuerza robusta por si fuera necesaria su intervención; unidades de seguridad ciudadana del Grupo Rural de Seguridad; de Tráfico, dedicados a la seguridad vial y controles de drogas y alcoholemia...”, explicaba el coronel Arturo Prieto desde la misma puerta del festival.
Los agentes de la Guardia Civil no estaban dentro del propio recinto, al no ser que requirieran sus servicios. Su labor estaba fuera, en los accesos, en las carreteras, las puertas, el backstage. Este año, destacaba la presencia del Grupo de Acción Rápida (GAR). Es la fuerza de operaciones especiales antes denominada Grupo Antiterrorista Rural. Llegaron desde Logroño, donde tienen su base. Su presencia pasaba desapercibida para la mayoría de asistentes, ya que se ubicaban tras el escenario principal. El nivel 4 de alerta antiterrorista hacía necesaria la presencia de un grupo que surgió para luchar contra ETA.
“Tras el fin de ETA tenemos nuevos escenarios de acción. Uno de ellos es Almería con este festival, pero también participamos en misiones internacionales como en Nicaragua, Iraq y Líbano”, explica Álvaro Ruiz, teniente del GAR.
Alerta Terrorista
Como cuenta su responsable, su misión consistió en “evitar una acción terrorista”. De manera preventiva, buscan información y hacen un despliegue fuera de la zona de acción. Y en caso de que no se pueda evitar, realizan una acción directa con grupo de intervención para neutralizar la amenaza. Usan coches negros, casi siempre con las luces apagadas, y van armados con subfusil. Sin embargo, el ‘arma’ que más llama la atención de su arsenal es el inhibidor de frecuencias para ‘cazar’ drones: una especie de fusil-antena con el que disparan para “evitar que el dron se pueda comunicar con la controladora del piloto”. Al perder la señal, “el aparato entra en modo de seguridad, lo que hace que vuelva a su origen, y de esa manera nos permite poder buscar al piloto”, explica el teniente.
Al igual que esta unidad, desplazada desde el norte de España, más de 100 agentes han llegado al Dreambeach desde fuera de la provincia. “Les buscamos alojamiento en los hoteles de la zona, lo más cerca posible para evitar molestias”, explica el coronel de la Guardia Civil en Almería. En el dispositivo hubo helicópteros, procedentes de Granada y Murcia; apoyo del Servicio Marítimo, con el Grupo Especial de Actividades Subacuáticas; Escuadrón de Caballería… Todo estaba bajo control.
Alcohol y drogas
En la carretera de acceso, los agentes de Tráfico vigilan que todo transcurra con normalidad. Su labor es organizar la circulación de vehículos y evitar los delitos contra seguridad vial. Para ello, en las rotondas montan controles de alcohol y drogas. “Normalmente hacemos el control de alcoholemia, pero si vemos indicios de posible consumo de drogas llevamos al conductor hasta la furgoneta para hacerle el test”, explica uno de los agentes. En un festival de este tipo el consumo de drogas es frecuente. El test se realiza chupando un bastoncillo durante algo más de un minuto, que luego se deposita en una máquina que mide los niveles de cocaína, opiáceos, cannabis, anfetaminas y metanfetaminas. Este año ha habido 218 positivos por estupefacientes y 137 de alcoholemia.
Otra de las unidades presentes en el festival es la cinológica. Perros detectores de drogas y explosivos. “Actuamos sobre todo por la tarde en los accesos y al principio de la acampada”, explica el cabo Francisco Martínez, jefe del servicio. Por la noche tan solo trabaja un perro de drogas, “por si surge algún incidente”.
El viernes le tocó turno a Ikita, una perra de 8 años que en diciembre hará 9. Lleva ya un lustro trabajando con la Guardia Civil. “Usamos perros de búsqueda activa, no buscan en personas. Buscamos equipajes, vehículos, mochilas, etcétera”, cuenta el agente. “Vamos a donde nos llaman, si los compañeros de tráfico sospechan de un vehículo, buscamos en los sitios donde puedan llevar las sustancias ocultas”. “Nos centramos más en el tráfico de drogas que en el consumo, pero el perro lo marca todo y nosotros tenemos que valorar después si es para venta o no”.
Empieza la fiesta
El recinto comenzaba a llenarse. En los tornos de entrada, los agentes vigilan que no pase nada. A escasos metros, los jóvenes se divierten. A ellos, sin embargo, les toca trabajar. La enorme noria de Dreambeach gira, la música resuena haciendo vibrar el suelo. Ellos vigilan. “Este año parece que la media de edad de los asistentes ha disminuido”, reconoce el coronel Prieto. Entre esos jóvenes, algún que otro agente de paisano pasa totalmente desapercibido. Nadie lo habría reconocido. Vestía bermudas y camiseta. Su labor es importantísima: estar atento a hurtos y robos, al tráfico de drogas y a la seguridad en general.
1:10 AM. Martin Garrix sube al escenario. En las pantallas aparecen el “+ y la x”. Miles de personas bailan. Fuera, más de cien agentes se ocupan de que todo sea una fiesta, y solo una fiesta. Son los otros asistentes a Dreambeach, los que no bailan.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/3/provincia/157104/guardia-civil-esos-asistentes-al-dreambeach-que-no-bailan