Fausto Romero-Miura recibió la máxima distinción de la Diputación, la Medalla de Oro. Junto a él, Andrés García Ibáñez recogió la Medalla de la Cultura; Movimiento por la Paz, la Medalla de lo Social; y Pablo Jaramillo, la Medalla del Deporte.
Fausto Romero-Miura: “No cabe honra mayor que corresponder el amor de toda mi vida a la tierra en que nací”
Por su talante abierto, intelectual y conciliador de humanista, así como por su vocación y la defensa de los intereses de la provincia, Fausto Romero-Miura fue ayer el digno merecedor de la Medalla de Oro de la Provincia. Máxima distinción otorgada por la Institución Provincial, de la que fue vicepresidente en los primeros años de la democracia tras la transición.
Una ceremonia muy emotiva con motivo del Día de la Provincia que “hoy es para nosotros el día de la madre” pues es la tierra que nos vio nacer, apuntaba este abogado, escritor, columnista y “agitador social, político y cultural”, como él mismo se definía ayer.
“Es un honor recibir esta distinción” que llega en un momento especial de su vida ya que “desde hace meses, lucho con la vida, por traerla a mi terreno en busca de un consenso que espero conseguir”. Y es que, como confesó Romero-Miura en este periódico hace algunas semanas “tengo cáncer”; una tesitura que le ha llevado a que el de ayer fuese su último acto público, al menos por un tiempo.
“Recibir, vivo aún, la medalla de mi provincia tiene muchos niveles de sensibilidad y de emoción”, apuntaba entre aplausos. Algo que “jamás se me ocurrió soñar con esta medalla, que entiendo como que Almería me quiere. Y qué mejor lugar para esta declaración de amor recíproco que el corazón del Poniente”.
En este sentido, se preguntó si “¿habrán influido en la concesión de la medalla las meras opiniones vertidas como tales, durante más de 30 años, en La Voz de Almería?”. Si es así, “de todo corazón lo digo, sin LA VOZ, esta medalla no hubiese sido para mí. Por tanto, en muy buena medida se la debo al periódico, al que quiero mostrarle mi más sincero agradecimiento de todo corazón”. Y es que “no cabe honra mayor que haber correspondido el amor de toda mi vida por la tierra en que nací y siempre he vivido de forma apasionada”, subrayó.
Una intervención en la que se remontó a su infancia, su nacimiento, y una de las etapas de su vida que más añora y que a día de hoy ve reflejado en su nieto Alejandro, a quien dedicó unas palabras extensibles a sus hijos, presentes en tan emotivo y destacado acto.
Recuerdos de su vida donde no faltó su faceta política, pues “en la vida se está para servir, o no se sirve para estar” ya que “la vida no es dar, sino darse y entregarse por entero”. Época “breve pero maravillosa” vivida en Diputación, lo que añadió aún más carga emotiva y sentimental al momento. “Una fase de mi vida en que mis emociones son más apasionadas y agradecidas. Pensando sobre todo, más que en mi, en el legado que esta concesión de la medalla le deja a mis hijos y a mis nietos”, recalcaba.
Un legado, a nivel provincial, que ha dejado los hospitales de Torrecárdenas y La Inmaculada, entre otras muchas infraestructuras, ya que “la política y el humanismo han de ir de la mano”. Filosofía que, 40 años después, “sigue aplicándose” de modo que “Almería es un claro ejemplo de la globalización”, a pesar de carecer de un activismo constante para hacerse oír y “dejar de ser la suma de 700.000 individualidades para convertirse en el alma única de la provincia más hermosa, pujante y peculiar de España” pues “es una isla en tierra firme desconectada e incomunicada”.
Andrés García Ibáñez: “Este premio es una afortunada anomalía en la tónica general”
Entre aplausos y risas, gracias a su personalidad y al humor que le caracteriza, recibió Andrés García Ibáñez la Medalla de la Cultura; risas que destacaron especialmente tras ‘pedir’ al alcalde de Olula del Río “un auditorio como mínimo, como mínimo, como éste” para el Valle del Almanzora. Un reconocimiento que “supone una afortunada anomalía en la tónica general de los premios institucionales” pues “por lo general se conceden a gente que ya no los necesitan”, comentó con cierto humor.
En este sentido, apuntaba, “los premios son en ocasiones una señal inequívoca para cambiar de rumbo en la vida. Recibir una distinción, y aceptarla, conlleva la inevitable reflexión sobre la oportunidad y el futuro”. Un reconocimiento que hizo extensible a sus vecinos, amigos y todos aquellos que, junto a él, han creído y participan en el proyecto del Museo Casa Ibáñez.
Gloria Bombín (Movimiento por la Paz): “Son un ejemplo de esa tarea de integración e interculturalidad”
Con presencia en 37 países, donde mantiene una firme apuesta por la solidaridad, la defensa de los derechos humanos y la lucha contra las desigualdades en todo el mundo, la ONG ‘Movimiento por la Paz’ recibió la Medalla de lo Social. Galardón que recogió Gloria Bombín, representante de su Junta Directiva, en nombre del equipo de Almería “porque son ellos quienes se lo han ganado. Son un ejemplo de esa tarea de integración e interculturalidad, el empuje y la ilusión que cambian el mundo”, apuntaba.
Una ONG que desarrolla proyectos de integración social en los barrios de El Puche y La Chanca donde ayudan a los migrantes a “aprender el idioma y las costumbres españolas, y a sobrevivir en el nuevo entorno al que llegan”, con un importante esfuerzo tanto de los empleados de la asociación como de los voluntarios que se vuelcan en combatir la exclusión social desde la primera línea.
Pablo Jaramillo: “La integración en los Juegos Olímpicos llegará”
Emocionado y lleno de satisfacción, así recibió Pablo M. Jaramillo la Medalla del Deporte. Insignia, entregada por Gabriel Amat, que le dio la oportunidad de salir de su burbuja de entrenamiento por un día, como afirmaba. Pero, más allá del reconocimiento, este medallista con un amplio palmarés aprovechó la ocasión para trasladar varias peticiones a las autoridades presentes.
Entre ellas, la principal fue la creación de un velódromo en el sur peninsular, preferiblemente en Almería, pues ante su inexistencia convertiría a la provincia en un referente para equipos internacionales; y evitaría a ciclistas como él tener que trasladarse a más de 800 kilómetros para entrenar.
Propuestas entre las que figuró también la más ambiciosa: abolir los Juegos Paralímpicos, que tras “cumplir una misión maravillosa” deben dar paso a la integración plena en los Juegos Olímpicos.
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