Hay mujeres con grilletes en el alma, con anzuelos clavados en las entrañas. Viven de puertas para adentro acorraladas en un muro de alambre con cuchillas. Las cuentas de sus rosarios no son de perlas, no. Ora pro nobis. De los cinco misterios, a estas mujeres solo les queda uno: el de color negro, color negro de los dolores. El resto: los gozosos, luminosos, gloriosos, si alguna vez los tuvieron andan perdidos en la angustia de su vida. Kyrie, eléison. Las letanías de sus amarguras, de sus tormentos, llaman a las puertas de los corazones. La resignada existencia de algunas mujeres sobrepasa la crudeza de las películas de Sam Peckinpah. Christe, áudi nos.
Quieren romper ataduras, olvidar cómo el vértigo retuerce sus manos, recuperar la dignidad descalabrada en el camino. Aguantan como solo resisten las madres, como solo soportan las mujeres enamoradas, como solo callan las desengañadas. No pueden o no saben romper las cadenas, únicamente les queda el miedo, tanto miedo metido en el cuerpo durante quién sabe cuánto tiempo… Y su vida, les queda una vida mientras dure porque, a veces, la pierden a manos de un miserable. Christe, exáudi nos. Quiso el Ayuntamiento de Cuevas del Almanzora convocar un concurso de canciones contra la Violencia de Género. La peregrinación por el tiempo está jalonada de casualidades. Una de ellas sorprendió a Isabel Parra Guirao, cuevana de nacimiento y huercalense de residencia. Un familiar cercano, una de sus tías, vio el anuncio del concurso, se lo envió a Isabel y ella, mujer dispuesta a sumar su esfuerzo contra la Violencia de Género, decidió participar. Ganó el concurso.
Mientras componía esta canción, Isabel era un manojo de sentimientos: impotencia, esperanza, furia, rabia, y tantos y tantos más:
“Juro que no tengo miedo, solo estoy rebelde
Dime qué hago ahora, me abandono, caigo en trance,
alégrate, dejo mi piel por ti,
voy a ver dónde esconderme ya casi que estás aquí
Se cierra la puerta, solo escucho tus pasos,
vienes solo, nadie más que me respalde,
pronto empieza, mi esperanza se tropieza,
mi aliento se acelera y la pesadilla no acaba
Escalofrío, tengo frío y no es invierno,
se me congela el pulso con la pena de este infierno,
te acepto tregua, y te pido que no te alteres,
no lo haces consciente si soy yo lo que más quieres...
Deja salir tu voz, que lleva escondida media vida, lastimándose, ahogándose, en el silencio...
Deja salir tu voz, que grite fuertemente el sentimiento, y salga de la sombra en la que estuvo tanto tiempo...”
Isabel Parra Guirao es una mujer que canta, que sonríe mientras habla, luce melena que de cuando en cuando aparta del rostro, un gesto que le propicia la concentración. Estudió piano hasta quinto de profesional en un ida y vuelta diario al Conservatorio de Almería, practicaba gimnasia rítmica “llegaba a casa a las diez de la noche totalmente rendida, sin fuerza para estudiar, tuve que tomar decisiones”. Y las tomó. Entre ellas, dedicarse a los estudios. En Murcia estudia segundo curso de Psicología en la universidad.
“Estoy frente al espejo, me veo con distorsión,
¿dónde está mi reflejo? No encuentro a la persona que antes era yo,
me has pintado de violeta, pero tus ojos rojos dicen que esa no es tu meta
Resisto, queda poco y ya terminas,
te sientes grande, siempre me dejas mal herida,
en esta historia yo no soy quien te deja ganar,
así que cojo fuerzas tú me vas a respetar...”
La joven y fuerte Isabel Parra Guirao sabe de oídas de la Violencia de Género, empatiza con las mujeres que la sufren, “siempre hay alguien que conoce a alguien muy cercano y te cuenta y yo me pongo en la piel de otras mujeres, incluso de otros hombres que, aunque la Violencia de Género solo incluye a mujeres, también la viven por desgracia. Yo me siento afortunada con mi pareja, me apoya, me hace sentir bien, es todo lo contrario de lo que puede ser una pareja machista”. Algo, por otra parte, que debería de ser lo normal no es lo usual para tantas mujeres que callan.
“Deja salir tu voz, que lleva escondida media vida, lastimándose, ahogándose,
en el silencio...
Deja salir tu voz, que grite fuertemente el sentimiento, y salga de la sombra en la que estuvo tanto tiempo…”
En este punto Isabel pone de relieve un spot televisivo en el que Iniesta anuncia unas pastillas para las lavavajillas, “es un paso hacia la igualdad, no debiera sorprendernos, sino verlo como algo normal. Me encanta la igualdad de todo tipo”.
Isabel Parra es de las que entienden que la Violencia de Género se da en los hombres por sentir el dominio sobre otra persona que creen que pueden controlar, que no tienen la misma fuerza.
Comienza con detalles que algunas mujeres toman por pasajeros, que la cosa cambiará. Luego llega la desesperación, el no saber qué hacer, que a ti no te puede pasar algo así, que eso sucede en la casa de al lado.
Isabel Parra Guirao es de ideas claras, de madurez sorprendente en una mujer de su juventud. “Hay que ayudar a despejar el miedo en las mujeres maltratadas, a la vez que hay que educar al hombre en que no es dueño de una mujer, que no es de su propiedad”. Pide Isabel que las mujeres maltratadas, tantas mujeres, tantas, con la vida desmantelada, desnuda, simplemente por ser mujer, tengan el valor de denunciarlo.
“016, 016, veo luz, huele a libertad en el remate de este túnel,
no soy en quien me has convertido, no eres mi juicio,
me lleno de valor y hablo, no hay prejuicios...”
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