Los griegos de la antigua Grecia eran sabios. Cayeron pronto en la cuenta de la fragilidad del ser humano respecto a sí mismo tanto como del universo. Se protegieron con la designación de un dios ante cualquier eventualidad. Dioses por todo, para todo, la mitología griega, con sus rituales y leyendas. Luego llegaron los romanos, cambiaron de nombre a los mismos dioses y, después, la cristiandad buscó la manera de dar forma a lo sobrenatural: arcángeles, ángeles y así. Las creencias no se discuten, se cree o no se cree sin más, lo esencial es la fe, el sentimiento de total creencia sin necesidad de evidencias. Uno, quien sea, tiene todo el derecho a creer en aquello donde encuentre consuelo: en maestros, guías, seres de luz…, o en los ángeles custodios, incluidos los de Murillo y los negros de Machín. También en los ángeles de cuatro patas.
Esto último me lo contó ‘La Sirenita’. La historia viene de curiosear en Internet. Explorando, explorando, me doy de bruces con un blog incrustado en ‘Telealmeria’: ‘El Rincón de la Sirenita’. Los contenidos del blog abordan el mundo canino. Por sobre encima del seudónimo encuentro a una persona de carne y hueso, Loli Alférez Martín, nacida en Alemania de padres almerienses emigrantes en el país germano. Al cumplir Loli 9 años, toda la familia retorna a Almería. Ya desde niña, Loli descubrió el vínculo con los animales, “los perritos, el amor que ellos me trasmitían, vi que mi vida estaba orientada hacia el cuidado de los perros, ayudarlos. Tuve la oportunidad de hacer un programa en Popular TV con el objetivo de procurar ayuda a los animales que están en refugios, que han sido maltratados o abandonados, e intentar encontrarles hogar”. “Yo siempre he dicho que los perritos son como ángeles que tienen cuatro patas, son los que realmente nos cuidan, son fieles, siempre están con nosotros, nunca nos abandonan”. Aquí vienen a la mente tantos y tantos casos de perros a la espera del nunca regreso de sus dueños.
Una caridad, Loli, ¿porqué ‘El Rincón de la Sirenita? “El nombre lo saqué de la película de Walt Disney, me gustan sus películas infantiles. Por otra parte, me ofrecieron un rinconcito donde escribir, aconsejar, ayudar a la gente con sus animales, y así comenzó”. Y terminó en el año 2016, “lo dejé apartado porque falleció ‘Randol’, un perrito mío, un American Stanford al que le tenía mucho cariño, me entró la pena y dejé aparte el blog, no podía escribir. Pero ahora lo retomaré”. Loli Alférez, ‘La Sirenita’, habla de su conexión con los animales, de como sus padres influyeron en ello, de que con solo mirarlos “ya siento el vínculo con los animales y, sobre todo, se aviva la hormona de la felicidad, la hormona del amor y los vínculos, la de los comportamientos relacionados con la confianza, el altruismo, la generosidad, los comportamientos de cuidado, la empatía o la compasión; te hace saber qué necesita el animal tan solo con la mirada y es recíproco, ellos también compren den, es un aspecto fascinante, me encanta”. Loli habla con pasión. Me recuerda a una persona que afirmó rotundamente que los perros son seres que evolucionan y, bueno, a ver cómo escribo lo que sigue sin que se me alteren los pulsos porque quien me lo dijo está totalmente en sus cabales: me sugirió que los perros, esto…, que se reencarnan en seres humanos. Ya está dicho.
Loli, Loli Alférez, no escribe de momento, aunque no por ello haya dejado de contribuir con quien lo necesita. Ya lo hizo con el albergue de Pechina, como ahora con la Asociación Almeriya. Con su pareja comparte el amor por los animales; tienen en casa a ‘Xena’, un mini pincher, y a un yorkshire de nombre ‘Conan’. “Nos gusta pasear con ellos, que salten, que disfruten, la verdad es que nos sentimos como una manada, tal vez sean sentimientos difíciles de entender para quien no tiene animales, mascotas, pero ojalá todo el mundo pudiera tener un ángel de cuatro patas, verían el mundo de otro color, es un vínculo que une a la gente y hace felices a las personas más vulnerables. Te cambia, te vuelve transparente gracias a esa conexión mutua de amor ‘perruno-humano’”. Y ‘La Sirenita’ sonríe abiertamente. A su mini pincher la mete en su bolso especial de perritos y ¡hala!, de compras, o se sientan en las terrazas de los bares y restaurantes, y, naturalmente, cuando viajan siempre buscan hoteles que admitan perros.
Cuenta Loli, así lo tiene en su blog, que los canes entienden algunas partes del habla humana. Venga ‘Sirenita, explícame esto: “los perros son muy inteligentes. Te digo: en el hemisferio izquierdo de su cerebro, ellos entienden las palabras, las frases; en el hemisferio derecho captan las entonaciones de su dueño, si está enfadado o de buen humor. Pueden memorizar hasta 250 palabras. Todo esto se ha comprobado científicamente, no es que me lo esté inventando. Son, repito, muy inteligentes y nos entienden más a nosotros que nosotros a ellos”. No seré yo quien lo ponga en duda. En el ‘Rincón de La Sinerita’ los capítulos son variados y llamativos. Por poner, ‘Los perros también van al colegio en septiembre’, ‘Seis casos de perros héroes en el mundo’, ‘Amor incondicional’, ’10 consejos para cuidar tu perro en verano’…, y así de seguido.
Al principio de estas líneas ponía de relieve la sabiduría de los griegos de la antigua Grecia. Uno de ellos, Pitágoras, sí, el de las matemáticas, venía a decir más o menos que si un perro era puesto cerca de la boca de un moribundo su alma pasaba al perro. En la tumba de Diógenes pusieron una estatua de su inseparable perro. Homero cuenta que, al regreso de Ulises a Ítaca tras 20 años de Odisea, el primero en reconocerlo fue Argos, su perro. Los griegos de entonces que, ya digo una vez más, eran muy, pero que muy sabios, ponían en las tumbas la imagen de un perro. Los canes eran considerados magníficos guías de almas al más allá. A ver si estos griegos no iban desencaminados…
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