Claro, pasas por delante de un edificio sin caer en la cuenta. Vaya, ni lo imaginas. Vas a lo tuyo, lo normal por otra parte. No se te ocurre pensarlo. ¿Deberías hacerlo? En principio, no. Después de lo sucedido al amigo Eladio, la verdad, es para anotarlo. La cara de Eladio Romera presentaba aspecto desencajado, o a mí me lo pareció nada más vernos en la cafetería de un hotel de Mojácar, lugar ya de por sí bastante extraño para el encuentro cuando siempre lo había sido en algún lugar de Vera donde él y su familia pasan varios meses. El resto del año viven en Jaén, su lugar de origen.
“Le han pegado una patada a la puerta, han entrado, estoy sin casa. Varias familias han ocupado ilegalmente bastantes viviendas del edificio, entre ellas la nuestra”. Eladio hace una gran pausa, necesita respirar, tomar aire. “¿Tú te crees?, han puesto una puerta de metal. Por lo que he podido averiguar la mitad del edificio está ocupado ilegalmente”. “¿Pasarme esto a mí? Jamás, jamás lo pensé”. Al pronto, me vino a la memoria el sermón del pastor luterano.
Martin Niemöller: “Cuando los nazis vinieron a por los comunistas, yo no dije nada, porque yo no era comunista. Luego vinieron a por los sindicalistas, y yo no dije nada, porque yo no era sindicalista. Luego vinieron por los judíos, y yo no dije nada, porque yo no era judío. Luego vinieron por mí, y no quedó nadie para hablar por mí”. ¿No notaste nada antes, no viste algo anormal la última vez que estuvisteis aquí? “No, nada. Bueno, algunas caras nuevas entre los vecinos, pero, ya sabes, muchas de las casas son de bancos y lo que piensas es que las han vendido. No se me pasó por la cabeza que podrían ser okupas”. No cabe otra, supongo: donde antes vivían familias que perdieron la casa al no poder pagar, ahora viven otras por la cara. Así de cruda es la vida. Porque Eladio me cuenta que le llegó el recibo de la luz con un importe de doscientos y pico euros “que no podía ser, que era excesivo, que llamé a Endesa y me dijeron que esa era la lectura real. Ahora me doy cuenta de que alguien me había pinchado la luz, he puesto la queja…”. También la ha llevado al Ayuntamiento, y a la Policía Local, y a la Guardia Civil, y al Defensor del Pueblo. Se ha quejado en todo lugar posible. De momento se aloja en el hotel donde conversamos hasta ver cómo y cuándo puede arreglar este desbarajuste en sus vidas, la de él y su familia. Tiene para largo, me temo. Hay leyes protectoras de okupas. Hay una justicia de pringue y otra de puñetas. Es más fácil ejecutar un desahucio que un desokupacio. Lo escribí más o menos un año atrás y la cosa sigue igual.
Si no fuera por lo que es, parecería broma. Tú sientes tu casa como un lugar seguro, más, sagrado. Imagino que cuando unos extraños entran en ella y se la quedan, no solo te quitan la casa. Te arrebatan sueños, intimidades, recuerdos, el sillón de la tele, la vajilla de diario y la otra, las chanclas de playa, las fotos de aquellos viajes, el bonsái de olivo perfilado con la perseverancia de Eladio. Yo no sé qué pasó ni cuándo comenzó este berenjenal de las okupaciones. Si sé que después de que el amigo Eladio Romera regresara a Jaén aburrido de silencios, cansado de incompetencias, harto de indiferencias y con el consejo de su abogado de no perder la cabeza, de esperar la diligencia de desalojo, me puse a ver. Reparé en el trapicheo ahí justo en una esquina: coches que se paran, bajan la ventanilla, entregan, recogen. Pregunté y he sabido de astucias como la de pedir comida a domicilio, una pizza o lo que sea, para conseguir un recibo con fecha porque pasadas 48 horas no los sacan ya ni con fórceps. He averiguado chanchullos insólitos: alquileres, traspasos, ventas, de viviendas okupadas. Me lo susurró Eladio con los dientes apretados, recuerdo: “a este paso se quedarán con la urbanización entera”. ¡¿A que va a tener razón?! Por de pronto, incluso he visto animales de corral en algún patio.
Días atrás, Eladio me comentó telefónicamente las últimas noticias de su caso, o de su casa. Según su abogado, “los okupas de su vivienda han venido de el barrio de El Puche, de Almería capital. Y no son los únicos. Al parecer se ha corrido la voz”. Me habló de que algunos partidos políticos habían convocado a afectados por esta situación. Él no asistió por la distancia, pero “confío en que ahora, con esto de las elecciones, pongan orden en estos sucesos tan desagradables”. Habrá que tirar de refrán: ‘nunca es tarde si la dicha es buena’.
Decía al comienzo que claro, pasas por delante de un edificio sin caer en la cuenta. Vaya, ni lo imaginas. Vas a lo tuyo, lo normal por otra parte. No se te ocurre pensarlo, decía al comienzo. ¿Deberías hacerlo? En principio, no. Después de lo sucedido al amigo Eladio, la verdad, es para anotarlo. Una vez que profundizas en el tema, te enteras de que esto de los okupas no es patrimonio de Vera, sucede en otros muchos lugares de la provincia. Lo dicho, a ver quién le pone el cascabel.
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