¡Niño, no le tires piedras a la vieja todavía, ¿me oyes, niño?! Hace cuatro días el campo del Levante almeriense olía mayormente a carne a la brasa, tortilla de patatas y paella. El terruño estaba principalmente engalanado de mimosas, jaras, espigas de trigo; una gloria de día, del Día de la Vieja, el jueves justo de en medio del tiempo de cuaresma, entre el Miércoles de Ceniza y el Jueves Santo.
¿Pero no ves tú al niño apedreando la vieja? Al final, una ha de cargar con todo; a ver cómo terminamos el día. Hace cuatro días, en Sierra Cabrera medio mundo se había dado cita para la celebración del Día de la Vieja; el otro medio mundo se extendía por Los Gallardos, Antas, Mojácar, Cuevas, Vera... Por un día las crisis (política, economía, trabajo…) se abrasaban en las barbacoas junto a las chistorras, morcillas, chorizos y la carne de dos y cuatro patas, a saber: el pollo y la ternera. Alegría total bajo el sol, mucho a celebrar.
Cualquier forastero, asombrado/embelesado/admirado por el ambiente campestre festivalero, te fríe a preguntas. Al final, el interrogatorio, casi como los mandamientos, se resume en ¿cuál es el origen de esta fiesta? Pues, a ver…, como se lo explicaría… Hay versiones del cómo, cuándo y por qué, depende de a quien pregunte.
¡Coge la vieja y llévala al coche, este crío ha salido a quien yo me sé! Según algunas leyendas, el origen del Día de la Vieja se remonta al siglo XII y era una fiesta religiosa. Al parecer, unos franciscanos se propusieron hacer más llevaderos los sacrificios de la cuaresma con una comida como Dios manda. Existe otra versión, podría decirse, menos bondadosa. La coplilla popular descubre el fondo de la cuestión: “La vieja remolona que triste que está/ pensando en la paliza que le vamos a dar/ le tiras de la falda y del delantal/ la vieja remolona que triste que está”.
Mira, criatura, a la vieja se le machaca la cabeza después de la comida ¿me has oído tú y tu padre? Con anterioridad a la entrada de la modernidad, los ancianos conservaban sus propiedades, sus bienes, hasta la muerte; no era como en los tiempos de ahora adonde se lleva con absoluta normalidad el repartir en vida. El miedo a quedarse sin nada provocaba en la ancianidad, tal vez lo siga provocando, una apariencia de tacañería difícilmente comprensible para los más jóvenes; así y debido a ello, los viejos no soltaban prenda. ¿Cómo hacer para abrirles la mano? Sacarlos a tomar el sol fue una de las argucias empleadas, además de darles un atracón de comida y bebida; llegado el momento tonto del sopor y la siesta era supuestamente fácil el aflojamiento de un pedazo de tierra o de un dinero. Este es, dicen, el verdadero origen del Día de la Vieja, porque a los viejos se les pueden sacar cosas dulces, aunque se hayan vuelto serios.
¿Te das cuenta? Tu hijo ya le ha abierto la cabeza a la vieja. Sea cual fuere la causa, el Día de la Vieja es una fiesta familiar, de amigos, de vecinos, de alejarse de lo cotidiano. Cuentan los mayores de sus andanzas para confeccionar un monigote lleno de golosinas, cosa nada fácil, no, que se lo digan a los usuarios de Asprodalba que las ‘fabrican’ a centenares. Colgaban el títere de la rama de un árbol y venga a tirarle piedras hasta reventarlo. Hoy en día, las Viejas se hacen con papel de colores, se les pone vestido, delantal, y un pañuelo sobre la cabeza, la cara cubierta con un paño relleno de chucherías y pintada con grandes coloretes. Después, en el campo, se sostiene con una caña.
A media tarde del jueves pasado no quedaba ni una Vieja entera en toda la Comarca. La chiquillería se empleó a fondo en el lanzamiento de piedra con tino, o sea, atinando en el pedazo de cabeza de la Vieja. Unas surtidas y variadas piñatas repletas de chucherías y golosinas hicieron las veces de merienda para la enorme tropa de chavalería deseosa de sacar cosas dulces de los viejos.
Lo que la tradición dice
Este día es tradicional de muchos pueblos del levante almeriense, aunque también se celebra en municipios de Málaga, Valladolid, Cataluña, Levante español, incluso en Francia se celebra la llamada “pic-nic de la mi-curéme”.
Esta fiesta campestre data del siglo XVII. La Iglesia en aquellos años era estricta durante la cuaresma, ya que quería que ésta fuera lo más parecida a los cuarenta días y cuarenta noches que Jesús estuvo en el desierto y ante esa dureza los pueblos se revelaron y consiguieron que se pusiera un día de Acción de Gracias donde se partía la cuaresma y de ahí la expresión partir la vieja cuaresma. Es curioso que la vieja sea la única fiesta de Andalucía no representada por ninguna advocación santoral, sino por una figura pagana, la Vieja, aunque tiene ecos religiosos. La vieja es construida sobre una cruz de madera o caña a la que se le pegan bolsas de chucherías y se recubre todo con papel de seda de colores y pintados para que parezcan una vieja con pañuelo, moño y delantal. A la hora del postre, una vez que se han repuesto fuerzas con la comida, se coloca a esta peculiar Vieja a una distancia de unos seis metros más o menos y ¡venga! a tirarle piedras hasta que queda totalmente destrozada esparciendo las chuches.
Cómo romper la Vieja
¡Niños, ¿dónde vais con eso?! Eso es una Vieja Disney. Ahí la tienen, en la foto. Una importación norteamericana más que, en opinión de algunos consultados, acabará con la tradición o, en el mejor de los casos, se habrá de compartir como se hace con el Papá Noel, el abeto de plástico… ¿Llegará el día que las Viejas sean industriales? Puede, por qué no. ¿Se instalarán cadenas de establecimientos comerciales donde celebrar la Vieja? A lo peor, sí. ¿Hablarán las Viejas? Pues a ver…, si los móviles ya dialogan…
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