El CEIP San Roque de Felix se enfrenta este jueves a un día difícil, un conflicto que se ha generado en los últimos meses pero que tiene hoy fecha de caducidad, o no. El patio del colegio está protegido del sol por unos pinos que llevan ahí sesenta años pero, ¡ay!, un tendido de cables eléctricos supone ahora un peligro y en esa batalla, como es frecuente, los árboles pierden frente a los cables.
La triste noticia llegaba al colegio hace una semana, cuando desde el Ayuntamiento les comunicaban, por teléfono eso sí, que el Ministerio de Industria había ordenado que se procediera a la tala de los pinos porque al pasar los cables cerca de ellos representan un riesgo para la seguridad.
Rebelión
Entonces profesores, padres y alumnos se reunieron en un Consejo Escolar y la votación fue concluyente: unanimidad de toda la comunidad escolar para oponerse tajantemente a esa medida radical. “Muchos nos mostramos indignados porque no disponemos de un solo informe que recoja que los pinos son peligrosos, sino que son los cables los que provocan que nuestros pinos se hayan tornado peligrosos”, relata Almudena, una de las profesoras del centro.
El Consejo Escolar califica la tala que se pretende realizar como un ataque medioambiental en toda regla y está lanzando peticiones de ayuda a instituciones y organizaciones ecologistas para tratar de evitarlo. El problema es que apenas queda tiempo, salvo intervención del alcalde o representantes de la Junta o de Diputación.
“Una aberración”
Para el presidente del Grupo Ecologista Mediterráneo, el tema de los árboles es municipal “y para poderlos cortar se necesita el permiso del Ayuntamiento. El de los cables depende también del Ayuntamiento y debería ser éste el que se ponga en contacto con la compañía eléctrica de la que dependan para que los retire de allí por el peligro que puedan suponer para los niños o sus profesores”.
Recuerda además que la normativa actual obliga a que el cableado eléctrico vaya enterrado y no aéreo. El GEM ha pedido el amparo de la Delegación de Educación para que impida lo que considera una tropelía.
La cuestión es que, si se cumple lo previsto, puede que los 60 niños que cursan sus estudios en el colegio de Felix se queden hoy sin la sombra y la protección de unos árboles que son el único sistema para sombrear un centro sin otros elementos que los protejan del sol.
Hay pocas esperanzas de que el alcalde actúe para impedir es atentado contra los árboles porque en una reunión con la comunidad escolar ya les amenazó con que si se producía un accidente, encima la culpa sería nuestra”, relatan los afectados. Pocas horas, pero el caso merece una reflexión sobre qué valores se están defendiendo.
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