A Gabriel Amat, alcalde de Roquetas de Mar y presidente provincial del partido, la buena racha electoral de mayorías absolutas, con cuatro encadenadas desde 1999, se le empezó a torcer ya en las últimas municipales de 2015. Aunque dobló en concejales al segundo partido, el PSOE, los 12 que logró se quedaban justo por debajo de la línea que marca gobernar con la confianza y la comodidad de un pleno a favor o hacerlo con la posibilidad abierta de ver tumbadas las iniciativas por la suma aritméticamente superior de la oposición.
Sin embargo, el factor que más ha alterado las expectativas de la vida política del Ayuntamiento que ya es el segundo de la provincia por número de habitantes -por encima de los 90.000- es mucho más reciente. El PP de Amat, que viene ganando sistemáticamente desde el año 1991, ha visto con sorpresa e inquietud cómo hace apenas un mes, en los comicios generales de abril, bajaba escalones y se quedaba en tercera fuerza del municipio, por detrás del PSOE, y de Vox. El primero le pasó por 1.300 votos y tres puntos de diferencia. El segundo, por 1.100 votos y otros tres puntos. Casi un empate entre socialistas y Vox que supone un aldabonazo a los populares.
Por si fuera poco, Ciudadanos se le colocaba apenas un punto por debajo, a solo 400 votos. Un resultado difícil de digerir para un partido que, incluso perdiendo hace cuatro años la mayoría absoluta, seguía teniendo casi un 41% de respaldo electoral. Roquetas, junto con El Ejido, y, por supuesto, la capital, son los grandes feudos del Partido Popular en la provincia, y claves para mantener el gobierno de la Diputación Provincial.
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