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Don José Miras Carrasco, patrimonio inmaterial de Albox y la provincia

Si la curiosidad es sinónimo de inteligencia, la de Miras Carrasco era infinita

José Miras Carrasco durante un acto años atrás.
José Miras Carrasco durante un acto años atrás. La Voz
Guillermo Mirón
13:56 • 06 jul. 2019

Hay muertes irreparables. En realidad, todas los son. Pero la de don José Miras Carrasco (1931-2019) en la mañana de este sábado se lleva consigo una parte incalculable del patrimonio inmaterial de Albox y la provincia de Almería.



“Esta mañana ha fallecido nuestro amigo José Miras Carrasco”, transmitían en esta gris mañana desde la asociación cultural Somos Albojenses. Lo más significativo no era el motivo del mensaje horas después de su fallecimiento, sino el adjetivo posesivo con el que se referían a Miras Carrasco. “Nuestro amigo”. Y no sólo porque mantuviera una fantástica relación con los miembros de la asociación, como era el caso.  Sino porque el uso de ese posesivo desde ‘Somos Albojenses’ sirve para descubrir lo que don José Miras Carrasco era para la inmensa mayoría de los vecinos: un amigo. Para otros, un confesor. Otros tantos seguían viéndole como su alcalde (fue el primer regidor del municipio ya en la democracia moderna) y, por su puesto, un padre y un abuelo del que sus familiares han tenido el privilegio de sentirse orgullosos homenaje tras homenaje en vida.



Desde hace unas semanas, en cada acto cultural por el que no aparecía don José, ya aquejado de su salud, la extrañeza entre los asistentes era compartida. Miras Carrasco ha sido un pilar fundamental a la hora de sostener y alentar iniciativas culturales y sociales de todo tipo. En las presentaciones literarias, conferencias científicas… daba igual. Don José alzaba la mano en todas y cada una de las citas dando una lección a los casi siempre temerosos asistentes.



Si para el escritor británico Samuel Johnson, la curiosidad era “una de las más permanentes y seguras características de una vigorosa inteligencia”, la de don José Miras Carrasco no tenía límites. Ni su curiosidad ni, por lo tanto, su inteligencia. Hasta prácticamente el último momento de su vida colaboró con el historiador Miguel Ángel Alonso por desenterrar algunos pasajes de la historia de su pueblo. Más bien, los pocos pasajes que aún le eran desconocidos. Porque don José era, literalmente, un libro abierto. Auténtica historia viva de Albox y su provincia (fue uno de los primeros diputados provinciales con UCD y uno de los fundadores del Instituto de Estudios Almerienses, entre otros muchos proyectos).



De semblante firme y altivo durante su época de gestor público (solía ir ataviado con gafas de sol y bigote de época), no sólo pasará a la historia por abrir el camino a las generaciones siguientes en los turbulentos años de la transición, sino que fueron sus ojos los que captaron, junto a los del fotógrafo Miguel Romero, un acontecimiento grabado a fuego en la retina de los albojenses. Sus manos sostuvieron la cámara que en 1973 inmortalizó el espectacular vídeo de las inundaciones de Albox. Una proeza (no exenta de un riesgo real) que, de haberse producido ahora, en tiempos de redes sociales y mensajes virales, le habría hecho saltar a la fama en medio mundo de inmediato.



Su inagotable inconformismo y su curiosidad quedó resumido en uno de los últimos reconocimientos recibidos, cuando el entonces exministro de justicia Rafael Catalá le impuso en 2018 la Medalla de Bronce al Mérito de la Justicia. Preguntado en una entrevista a este periódico por el acto que compartiría con el ministro, su primera respuesta fue clara. “Si tengo la oportunidad le preguntaré al ministro por los juzgados de paz”, ya que entonces se elucubraba con la desaparición o pérdida de competencias de estas instituciones, de la que él fue responsable en su pueblo mediando entre sus vecinos durante no pocos años.



En la línea del escritor británico, el español José Martínez Ruiz, más conocido como Azorín, aseveraba que “la vejez es la pérdida de la curiosidad”. De ahí que don José Miras Carrasco (una de esas últimas personas de los pueblos que siempre llevarán el ‘don' por delante) se nos haya ido pronto, muy pronto. Porque él nunca envejeció pese a que la realidad nos haya dado un golpe en la cara a todos los albojenses este sábado 6 de julio. Porque, pese a sus años, todos queríamos seguir aprendiendo de él y nos queda la sensación de que, a sus 88 años, se nos ha ido joven, con mucho más que contar y aún más anécdotas que son parte de la historia de todos por compartir. Descanse en paz.



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