Puede que a muchos les extrañe la afirmación de que el festival Dreambeach Villaricos puede ser uno de los lugares del país donde sentirse más seguro durante los días en los que la música electrónica no para de sonar, pero la realidad no dista mucho de ser así.
La labor de los más de 300 efectivos de la Guardia Civil (a quienes les acompañan la policía cuevana, servicios sanitarios, Bomberos del Levante y voluntarios de Protección Civil) permanece muchas veces en la sombra. Un recorrido por ese lado invisible del festival mientras los dj’s hacen su parte y los miles de ‘dreamers’ permanecen ajenos a su vigilancia basta para conocer las dimensiones de un dispositivo por tierra, mar y aire.
Actuación de urgencia
De hecho, la labor de muchos de los agentes es tan ‘invisible’ que, en el caso del Grupo de Acción Rápida (GAR) de la Guardia Civil ha permanecido preparado para actuar únicamente en situación crítica. “Tenemos un equipo de respuesta táctica que permite que el equipo, si surge baja, tenga un atención inmediata y en caso de que sea necesario para atender a las múltiples víctimas que pudiese haber”, destacó el teniente Álvaro. Su presencia en festivales de esta característica no es ni mucho menos un capricho o una muestra de fuerza. Los agentes recordaron que el país se encuentra en nivel 4 de alerta antiterrorista.
El control del espacio aéreo no permanece menos vigilado que la entrada al festival o la carretera de acceso. Juárez, efectivo del equipo de drones del Grupo de Acción Rápida (GAR) señaló algunas de las competencias que tienen los drones en un festival tan multitudinario. Gracias al sistema anti-dron, el GAR es capaz de detectar cualquier objeto que sobrevuele el cielo y a quien lo está manipulando desde tierra. “Con este dispositivo podemos trasladar información en tiempo real a los equipos que están en tierra para apoyarlos”.
Registros constantes
Eso en cuanto a las herramientas de defensa, prevención y atención sanitaria más punteras que han sido desplazadas hasta el festival. Sin embargo el trabajo más terrenal era de nuevo el más visible.
De repente se levanta una polvareda. Un joven corpulento se resiste a ser cacheado por los agentes de la Guardia Civil que vigilan el acceso y registran a parte de los asistentes. Logran controlarlo entre varios efectivos y, al poco tiempo, uno de los agentes rellena una nota, muy probablemente una sanción por tenencia de estupefacientes. En cuestión de minutos, se hacía imposible contabilizar las ‘notas’ de este tipo entregadas a jóvenes que, en algunos casos, se echaban las manos a la cabeza entre lágrimas, como si desconociesen los riesgos de portar sustancias prohibidas. Casos similares a los vividos en los numerosos controles de tráfico.
Asistencia rápida
De vuelta al trabajo que no se ve, el equipo de especialistas en sanidad permanecía preparado cerca del escenario, aunque en su parte trasera y lejos del protagonismo del que sí gozaba el artista que, mientras el sargento explicaba su función, hacía saltar a los presentes. De nuevo, su labor está encaminada solo en caso de un ataque excepcional.
“Cuanto antes esté la víctima en su quirófano mucho mejor, se hace un estudio sobre los tiempo de evacuación y se contacta unos lazos con los servicios de emergencia”, detallaba el sargento Pedro Salinas, responsable del equipo táctico de respuesta y rescate. Es la labor de cientos de personas que no se mueven al ritmo del dj sino de las emergencias y la labor preventiva tan necesaria para que un festival en el que se prevén 160.000 visitantes se desarrolle con la música como única protagonista.
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