Vera

Vera despide a Antonio Alonso, su legendario ‘presidente’

Su vida fue una obsesión por la búsqueda de agua para regar y por el equipo de su pueblo

Antonio alonso, en el centro con bigote, junto al chorro de agua del Pozo del Cajete.
Antonio alonso, en el centro con bigote, junto al chorro de agua del Pozo del Cajete.
Manuel León
07:00 • 28 ago. 2019

La cojera de su pierna no le impedía correr más rápido que nadie con el cerebro: pensar y hacer, como si no hubiera un mañana. Vera despidió ayer a uno de sus grandes iconos del siglo XX, un tipo que en esos años 60, 70 y 80 lo era casi todo en su pueblo en materia de agua y deporte y cuyo nombre ha quedado  grabado en la memoria colectiva del Levante almeriense. 



Para un niño de la época, decir Antonio El Cojo, el presidente del Vera, era apelar al artífice del único campo de césped de la provincia, antes que en la capital, en donde todos soñábamos con jugar; decir Antonio el presidente era acordarse de quien era capaz de traer al Real Madrid de Juveniles hasta ese frondoso Estadio de Las Viñas que regaba con paciencia de Job su hijo Frasquito; decir Antonio Alonso en la comarca era invocar a algo grande, capaz de llevar a un club de secano a toda una Tercera División de la época. Quizá sea un recuerdo deformado, pero algo de ese cuajo poderoso había en ese Antonio, con apellidos de descubridor y genio de las letras, al que los veratenses despidieron ayer en el Camposanto de la Carretera a Cuevas.



Pero Antonio Alonso, aunque lo pareciera, no era solo fútbol. También empeñó parte de su patrimonio en buscar agua para los campos de Vera, secos como calaveras. Era- además del Club Deportivo Vera- su gran obsesión: tener agua para poder regar, para poder cosechar y crear riqueza, desde que nació en 1929 en un cortijo del Real, donde su padre disponía de viveros de naranjos y limoneros. Muy joven fue nombrado delegado del Grupo Sindical de Colonización en Vera, impulsó la llegada de la Caja Rural a su pueblo y después fundó la Sociedad Agraria de Transformación Climasol de la que terminó siendo presidente honorífico, dentro de la Comunidad de Regantes del Bajo Almanzora. Colaboró  en la llegada del agua del Tajo-Segura y del Negratín, junto a Juan Camacho y Lorenzo Belmonte, y pleiteó, empeñando su propio patrimonio, allí donde creía que podría obtener una gota de agua para el campo veratense, adelantando dinero para tuberías y motores que casi nunca recuperaba. Antonio también fue concejal con José Salas Bolea y Francisco Núñez Carmona y colaboró con su familia en la creación de la cooperativa de semillas y abonos La Veratense y su casa siempre estuvo abierta a sus vecinos en la N-340, junto a la Seat. Antonio Alonso fundó el Vera actual en 1960 y en 1969 rehabilitó el nuevo campo de Las Viñas con tribuna y vestuarios, bendecido por el párroco Juan Fernández Marín, con la asistencia del delegado provincial de la Federación, Francisco Góngora Ramírez, quien impuso a Antonio la insignia de oro por su labor en el deporte.



En esos años, en los que apenas había pueblos con fútbol federado, Vera ya disfrutaba de equipos en juveniles, infantiles y alevines y pistas polideportivas. Eran esos tiempos en los que Antonio entraba antes del partido al vestuario, a arengar como un Bernabéu veratense y decía aquello de “A echarle cojones a la cosa y balones a mi Frasquito, tiempo en los que destacaban aquellos legendarios remates con la testa de Paco de Ana, con aficionados en la banda como Juanín el Panchuela. Eso era -eso fue- Antonio Alonso: fútbol y agua y más fútbol y más agua, hasta dejarse el pellejo y el dinero en ello.








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