Decenas de vecinos de Albanchez perdieron la vida en otro naufragio

Embarcaron en busca de una vida mejor pero jamás llegaron a su destino, Brasil

Monolito que recuerda a las víctimas del naufragio.
Monolito que recuerda a las víctimas del naufragio. La Voz
Antonio Fernández
20:14 • 31 ago. 2019 / actualizado a las 07:00 • 01 sept. 2019

En la década comprendida entre los años 1910 y 1920 las salidas de barcos llenos de emigrantes se hicieron frecuentes en la provincia, donde la pobreza y el hambre  convertían a miles de vecinos de pueblos almerienses en clientes perfectos para los agentes que reclutaban mano de obra para la floreciente América.



Así fue como se embarcaron en una aventura de futuro más de cuarenta vecinos de la localidad de Albanchez, en plena Sierra de Filabres. En unos casos buscaban prosperidad, en otros huían del rechazo o la incomprensión, pero todos embarcaron en el vapor Príncipe de Asturias en el mes de abril de 1916. Su destino la entonces prometedora tierra de Argentina.



Promesa de trabajo



Como exigían las normativas de la época todos los vecinos de Albanchez que partieron hacia el nuevo mundo llevaban en sus maletas los contratos de trabajo firmados por los agentes que les reclutaron.



La travesía duró veinte días y cuando navegaban frente a la localidad brasileña de San Sebastiao, el capitán, José Lotina, perdió el control del barco y al intentar una maniobra de emergencia colisionó con un arrecife de coral.



El resultado fue catastrófico porque ese choque abrió una brecha de 44 metros en el doble casco del trasatlántico de bandera española. La vía de agua era importante y en apenas diez minutos se inundó de agua, levantó la popa y se hundió con rapidez.



Sólo unos pocos tripulantes y algunos pasajeros tuvieron tiempo de echar al mar las barcas de salvamento y alcanzar la cercana costa. El resto, casi 500 personas, perecieron en las aguas del Océano Atlántico, entre ellos todos los vecinos de Albanchez que había emprendido el viaje de tan fatal desenlace.



Eran tiempos en los que las gentes del interior de la provincia apenas habían tenido la ocasión de conocer el mar y ninguno de ellos sabían nadar y no tuvieron la opción de intentar ganar la orilla.


El monolito

Aquel triste suceso aún es recordado en la localidad almeriense porque perecieron miembros de la mayor parte de las familias, entre ellas la formada por Miguel Linares García, su esposa, Carmen Palenciano Molina, y sus ocho hijos que tenían entre 18 y un año.


En recuerdo de las víctimas del naufragio Príncipe de Asturias el Ayuntamiento de Albanchez se levantó en el centro del cementerio de la localidad un monolito con los nombres de esos más de cuarenta vecinos que dejaron la vida cuando buscaban una vida mejor en Argentina. A buen seguro muchos llevaban consigo la ilusión del regreso a su pueblo.


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