El Tribunal Supremo permite a uno de los herederos usar el nombre de Briséis

El Tribunal Supremo permite a uno de los herederos usar el nombre de Briséis

Javier Pajarón
23:27 • 14 oct. 2011
Antonio López Jiménez fundó en 1948 una de las empresas más emblemáticas del sector de la cosmética y la higiene personal. Briséis S.A. llevó el "Tulipán Negro" a los hogares españoles desde la moderna planta de la Plaza de Barcelona de Almería, convertida en fábrica de esencias y ejemplo de la superación personal de un humilde carnicero metido a maestro de perfumes.
Durante 70 años, Antonio López Jiménez vio crecer su negocio paulatinamente, amplió su oferta de productos y adquirió fábricas en Málaga, Barcelona, Madrid y París, además de la nueva y espectacular nave de Benahadux (reconstruida tras el fatal incendio de 2007). A su muerte dejó un importante patrimonio en herencia a repartir entre sus tres hijos.
Carlos Briséis se quedó con el centro de producción de Benahadux, emblema de Briséis S.A., mientras el primogénito Antonio Briséis López se ocupó de los terrenos de la antigua fábrica junto a la Estación Intermodal de Almería. Es aquí donde surge un conflicto que se prolonga siete años en los tribunales.
Antonio Briséis López alcanzó un acuerdo con la promotora Requena Gestión S.L. y levantó varios bloques de viviendas. Entre las condiciones se encontraba colocar al residencial el nombre que ideó su padre inspirado -dicen- por la sacerdotisa griega Briseida de la Ilíada. Sin embargo, la empresa Briséis S.A. que dirigía su hermano Carlos presentó una demanda por una presunta utilización ilegal de la que consideraba es su marca comercial.
Siete años después y tras varios recursos, la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo ha fallado en favor de los demandados (comunidades de propietarios entre los que se encuentra el propio Antonio Briséis López). Según la sentencia conocida hace sólo unos días, la rótulo Briséis sólo persigue “singularizar las construcciones entre las de su mismo tipo en la ciudad”, dicho de otro modo, ponerles un nombre. “Es evidente que las demandadas no participan en el mercado”, dice el fallo, por lo que no existe razón para confundir el residencial Briséis con la fábrica de cosméticos.






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