El sicario colombiano John Jairo Velásquez, más conocido como 'Popeye', ha fallecido durante esta madrugada del jueves. Quien fuera uno de los criminales más fieles al narcotraficante Pablo Escobar ha muerto a los 54 años como consecuencia de un cáncer de esófago que evolucionó en una metástasis según ha informado El Mundo.
A lo que sí sobrevivió fue a los cientos de tiroteos y persecuciones que vivió cuando trabajaba (o más bien, asesinaba) a la sombra de Pablo Escobar. En su última etapa y tras cometer 300 asesinatos y ordenar o participar en otros 3.000, 'Popeye' se pasó a las nuevas tecnologías y es ahí cuando la polémica que siempre ha acompañado a este nombre tocó también de lleno a la provincia almeriense y, en concreto, puso en la diana mediática y de las críticas en redes sociales al municipio de Carboneras.
En los vídeos publicados en su cuenta de Youtube en abril de 2018 y compartidos por el entonces concejal de Turismo de Carboneras, Pascual Díaz (PP), hacía referencia a las virtudes de Carboneras, Almería y su
gastronomía.
En las piezas audiovisuales, quien fuera pieza clave de la banda criminal colombiana que volvió a ser actualidad recientemente por el éxito de una serie en Netflix, se presentaba como "el asesino de confianza de Pablo Emilio Escobar Gaviria". 'Popeye' saludaba personalmente al concejal del Partido Popular como "mi guerrero Pascual" y al "hermoso pueblo Carboneras".
Esta discutible acción promocional tuvo un gran impacto mediático y en redes sociales, provocando también críticas políticas como la del PSOE, partido que entonces ocupaba la oposición y hoy ostenta la Alcaldía. El ahora alcalde, José Luis Amérigo, se mostró "escandalizado” por las imágenes y el mensaje lanzado por 'Popeye' y lamentó que esa fuera "la imagen de Carboneras que va a quedar para mucha gente”.
Este jueves, 'Popeye' ha fallecido dejando a su paso por este mundo, tal y como él mismo reconoció durante una entrevista a El Mundo miles de asesinados de los que hablaba sin tapujos. En dicha entrevista dejaba claras cuáles eran sus extrañas prioridades a la hora de 'trabajar'. Matar embarazadas, sí. Pero nunca niños o curas. "Que diga el patrón: vaya a matar a ese niño y yo ir a dispararle a la cabeza, no, de eso no soy capaz yo. Tampoco de matar un sacerdote. Una vez íbamos a matar al obispo de Medellín, que estaba a favor de la extradición (de mafiosos a Estados Unidos), y el patrón me llamó a mí y le dije, naranjas, a mí esa sangre de cura no me gusta, yo soy muy rezandero".
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