Lorenzo Robles
17:40 • 13 nov. 2011
Los recuerdos de instituto están asociados a muchos aspectos de la vida diaria dentro de esos centros de estudio y formación humana. Y uno de los personajes secundarios, pero imprescindibles, dentro del paisaje humano de un instituto; es el ordenanza o conserje. Un puesto de trabajo que pasa desapercibido en la estructura de estos centros, pero que supone una multitud de tareas necesarias para que el día a día esté “ordenado”.
En la provincia hay actualmente 232 ordenanzas repartidos por otros tantos institutos de Educación Secundaria y Bachillerato y en centros de Enseñanzas de Régimen Especial. Son un tipo de personal que pertenece a la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía. En consecuencia, su sueldo lo sufraga la administración regional, al contrario que ocurre con los conserjes de los colegios, que son responsabilidad de los ayuntamientos.
Sirven para todo
Estos profesionales llevan a cabo a diario multitud de tareas, según la definición del puesto de trabajo aprobada por la Junta de Andalucía. Entre ellas destacan la ejecución de recados oficiales; vigilancia de puertas y accesos; control de entradas y salidas; gestionar la correspondencia del centro; custodiar las llaves; abrir y cerrar el centro cuando empieza y acaba el horario escolar; distribución del material necesario para el desarrollo de las clases; o archivar documentos y material diverso.
María Isabel Navarro es la ordenanza del Instituto de Educación Secundaria Almeraya, sede de la Escuela de Hostelería, situado en la capital. Tiene 55 años y lleva 13 en este puesto de trabajo. Llegó a ser ordenanza después de serle diagnosticada una enfermedad que le impedía continuar en su anterior puesto como personal de servicio doméstico.
Recuerda que antes de empezar “tenía muchas dudas sobre cómo iba a afrontar este trabajo, ya que en mi anterior destino estaba muy a gusto. Pero al llegar aquí mi compañera Benita me enseñó todo lo que tenía que hacer y eso se lo agradeceré toda la vida porque me fue más fácil de lo que yo pensaba”.
Los primeros y los últimos
Eli, como la llama todo el mundo, es la primera en llegar al instituto, ya que “soy la que abre el centro. Luego voy encendiendo las luces de las aulas y compruebo que todo está en orden para el comienzo de las clases. Y por la tarde soy la última en irme del instituto porque soy la que cierra el centro. Quizás eso es lo peor de mi trabajo, que no te puedes escaquear, como se suele decir, porque eres la encargada de abrir y cerrar el centro. También hay un momento de agobio máximo, que son los cambios de clase y los recreos en los que los alumnos llegan en masa para hacer fotocopias y los profesores para dejar y coger llaves”.
Respecto a lo mejor de su trabajo, Eli dice con seguridad que es “el trato con la gente, con los profesores, alumnos y otros compañeros. Los peores de llevar son los estudiantes, porque aunque hay muchos que son un encanto, otros son para meterlos en un reformatorio”.
Y es que desde su particular atalaya, esta veterana de la portería, como se decía hace años; tiene claro que el mayor problema de la Educación es “el de siempre: demasiados alumnos en clase impiden una educación de calidad”.
En la provincia hay actualmente 232 ordenanzas repartidos por otros tantos institutos de Educación Secundaria y Bachillerato y en centros de Enseñanzas de Régimen Especial. Son un tipo de personal que pertenece a la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía. En consecuencia, su sueldo lo sufraga la administración regional, al contrario que ocurre con los conserjes de los colegios, que son responsabilidad de los ayuntamientos.
Sirven para todo
Estos profesionales llevan a cabo a diario multitud de tareas, según la definición del puesto de trabajo aprobada por la Junta de Andalucía. Entre ellas destacan la ejecución de recados oficiales; vigilancia de puertas y accesos; control de entradas y salidas; gestionar la correspondencia del centro; custodiar las llaves; abrir y cerrar el centro cuando empieza y acaba el horario escolar; distribución del material necesario para el desarrollo de las clases; o archivar documentos y material diverso.
María Isabel Navarro es la ordenanza del Instituto de Educación Secundaria Almeraya, sede de la Escuela de Hostelería, situado en la capital. Tiene 55 años y lleva 13 en este puesto de trabajo. Llegó a ser ordenanza después de serle diagnosticada una enfermedad que le impedía continuar en su anterior puesto como personal de servicio doméstico.
Recuerda que antes de empezar “tenía muchas dudas sobre cómo iba a afrontar este trabajo, ya que en mi anterior destino estaba muy a gusto. Pero al llegar aquí mi compañera Benita me enseñó todo lo que tenía que hacer y eso se lo agradeceré toda la vida porque me fue más fácil de lo que yo pensaba”.
Los primeros y los últimos
Eli, como la llama todo el mundo, es la primera en llegar al instituto, ya que “soy la que abre el centro. Luego voy encendiendo las luces de las aulas y compruebo que todo está en orden para el comienzo de las clases. Y por la tarde soy la última en irme del instituto porque soy la que cierra el centro. Quizás eso es lo peor de mi trabajo, que no te puedes escaquear, como se suele decir, porque eres la encargada de abrir y cerrar el centro. También hay un momento de agobio máximo, que son los cambios de clase y los recreos en los que los alumnos llegan en masa para hacer fotocopias y los profesores para dejar y coger llaves”.
Respecto a lo mejor de su trabajo, Eli dice con seguridad que es “el trato con la gente, con los profesores, alumnos y otros compañeros. Los peores de llevar son los estudiantes, porque aunque hay muchos que son un encanto, otros son para meterlos en un reformatorio”.
Y es que desde su particular atalaya, esta veterana de la portería, como se decía hace años; tiene claro que el mayor problema de la Educación es “el de siempre: demasiados alumnos en clase impiden una educación de calidad”.
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