Aparcar en la ciudad, misión imposible por la peatonalización, la crisis y la zona azul

Aparcar en la ciudad, misión imposible por la peatonalización, la crisis y la zona azul

Antonio Fernández
23:34 • 11 dic. 2011
El acto cotidiano de aparcar el coche se ha convertido de un tiempo a esta parte en una muy difícil tarea para los cientos de conductores que cada día tienen que acercarse al centro de la capital almeriense. Una misión que además puede salir cara ya que el control del aparcamiento se ha incrementado notablemente tanto por parte de los controladores del ROA como por parte de los agentes de la Policía Local.

Para llegar a esa situación se han sumado varios factores que resultan determinantes. Por una parte la progresiva peatonalización de las calles del centro de la ciudad, una actuación deseable sin duda pero que lleva aparejado el coste de pérdida de plazas de aparcamientos libres.

El territorio ROA

Por otra la extensión de la zona de aparcamiento controlado, la célebre y discutida zona azul que busca dinamizar el aparcamiento y permitir la rotación en las plazas existentes, pero que al mismo tiempo impide que miles de residentes sin tarjeta tengan que desplazarse a distancias considerables para poder aparcar sus coches en calles de no pago donde puedan dejarlos durante toda la jornada sin tener que sacar el ticket de aparcamiento.

El tercero de los factores, aunque coyuntural, se ha convertido en el elemento definitivo para que aparcar se haya convertido en estos dos últimos años en una misión prácticamente imposible. La razón hay que buscarla en que muchos propietarios de vehículos que disponían de plazas de garaje en alquiler en la zona centro de Almería han decidido dejar de pagar y aparcar en la calle.

Parking por cien euros

Muchos de esos conductores consideran que, tal y como está la situación económica, pagar cien o más euros por una plaza es excesivamente gravoso para sus intereses. La única alternativa es el aparcamiento en la calle, y esos nuevos aparcadores, se han sumado a los que ya lo hacían saturando zonas como los accesos al quemadero, la calle Granada, el Parque Nicolás Salmerón y sus calles adyacentes o la zona de Nueva Andalucía, Ciudad Jardín o El Zapillo.

De hecho numerosas personas residentes en el centro de la capital se desplazan a esas zonas en busca de un aparcamiento, aunque deban desplazarse a puntos alejados de sus lugares de residencia. Todo vale para ahorrarse cien euros mensuales; la cuestión es que con esta práctica zonas en las que no debería haber problemas también se han saturado.

El resultado de esta suma de condicionantes es una ciudad en la que cada vez resulta más complicado encontrar un aparcamiento libre de cargas y en la que dejar el coche para realizar gestiones o compras se dificulta enormemente. Proliferan en esta situación los vehículos en doble fila, los que aprovechan cualquier zona libre para dejar los coches durante unos minutos -confiando en que la activación de los cuatro intermitentes les salve de la correspondiente multa.

Un problema conocido

La cuestión es que el Ayuntamiento de la capital no es ajeno a estos problemas y de hecho la responsable del área de Tráfico, María Muñiz, reconocía en el último pleno que después de las obras de peatonalización realizadas en los últimos años se ha producido una disminución notable del aparcamiento en la zona centro.

No solo eso, sino que también reconoce que la próxima modificación del sistema de regulación del aparcamiento (ROA) probablemente supondrá una disminución aún mayor de las plazas libres en las calles, ampliándose la zona regulada con las clásicas bandas azules a nuevas calles concéntricas a las actuales y más plazas de pago.

Aparcar en el puerto

Si la situación ya es lo suficientemente complicada para los que pretenden moverse en coche por el centro de la ciudad, dentro de algunos meses aún aumentarán los problemas una vez que se ponga en marcha el aparcamiento controlado en el Muelle de Levante del puerto, un proceso que está en marcha y que se tarifará de forma parecida al de los aparcamientos subterráneos. María Muñiz reconocía recientemente






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