En Almería y en el mundo entero se estará pendiente del ganador de las presidenciales. Los aranceles con aceite, cítricos, mármol y sobre todo lo relacionado con las bombas de Palomares de 1966. La limpieza y rehabilitación de la barriada de Cuevas del Almanzora están en la agenda bilateral desde 2015, al margen de mil historias estratégicas de Estado.
Los debates americanos sirven como las olimpiadas o mundiales de fútbol para modernizar la televisión, medio que sigue reinando en las elecciones presidenciales en un panorama de multipantallas, asesores que promueven mensajes falsos, fake news, que juegan un papel fundamental. Para el catedrático de Periodismo y Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de Barcelona, José Manuel Pérez Tornero, informar sobre la desinformación es una necesidad acuciante. “Lo que sabemos de los momentos decisivos de las campañas electorales es que la televisión hace de catalizador de las redes sociales. De manera que los mensajes centrales son los de la televisión y luego se reproducen en cascada por las redes sociales”. Para el almeriense Pérez Tornero, la televisión sigue siendo el gran cañón y crea el nudo gordiano del relato. “Luego ese relato se va deshilachando en hilos de mensajes diferentes en redes sociales que ayudan a aumentar la tensión emocional de los convencidos o forofos”. Para el albojense, Juan Francisco Torregrosa Carmona, coordinador del Título de Grado en Periodismo de la Universidad Rey Juan Carlos, “las redes sociales triunfan con los jóvenes y los discursos populistas, pero no destronan a la televisión”. La influencia de las redes sociales será grande. “El éxito o el fracaso electoral dependen de un conjunto de factores diversos”, destaca el doctor Torregrosa.
El primer debate de la televisión Nixon-Kennedy fue seguido por más de 70 millones de personas. Desde ahí, la televisión comenzó a destronar a la radio. Fue el padre de todos los debates televisados, en septiembre de 1960, que cambiaron la forma de hacer televisión y cambiar la política para siempre. Kennedy proyectaba imagen de vitalidad, frescura y ganó con claridad en televisión, medio que fue pegado hasta su asesinato al mito de Kennedy. En cambio, el mismo debate fue ganado por Nixon en la radio. Aquel histórico debate se adaptó por vez primera al lenguaje y los códigos de la televisión con el rostro de Kennedy maquillado y Nixon sudoroso y que después de su derrota emitió comentarios jocosos hacia los asesores de prensa, productores y responsables de imagen a los que consideraba los amos de las nuevas campañas. Nixon no se equivocó como podemos comprender con el papel que juegan todos esos actores en la política española y mundial, dirigiendo a buena parte de la clase política.
En el debate que llevó a Trump al poder frente a los pronósticos de las encuestas que daban ganadora a Hillary Clinton hubo cinco millones de tuits en el los que predominaron el mal de las mentiras y la supuesta influencia rusa. En las actuales presidenciales norteamericanas se nota la impronta de Trump. Sus amenazas, acusaciones falsas, las descalificaciones con el ejemplo último hacia su adversario Joseph Biden al que señala como mentiroso y corrupto. Hay preocupación porque el bravucón de Trump vaya deslizando que si pierde sus forofos no le abandonarán desde las trincheras de las redes sociales. Es previsible que harán mucho ruido al amparo de las amenazas de Trump de no aceptar un probable resultado que le daría como perdedor. Tambores de Guerra Civil en un país dividido que sería catastrófico para un mundo global pendiente de lo que vaya a ocurrir.
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