Guillermo Fuertes
01:00 • 09 ene. 2012
“Hoy en día, lo más importante que le ha ocurrido al Cabo de Gata es que se ha ido haciendo de todos los almerienses”, dice Hermelindo Castro. “Ha pasado de ser una propuesta de un grupo de ecologistas, científicos y personas ilustradas, hace 25 años, a ser totalmente asumida por la ciudadanía almeriense, y estoy convencido que ya no permitirá ninguna tropelía ni agresión al Cabo de Gata en el futuro”.
Hermelindo Castro Nogueira, conocido como ‘Melo’, es biólogo y actualmente es presidente de Europark España, pero en los años en que el Parque Natural comenzó su andadura era el director provincial de la Agencia de Medio Ambiente. Estuvo implicado, pues, en la primera línea de todo el proceso de gestación de uno de los espacios naturales protegidos más singulares de Europa.
Un espacio que el este año cumple 25 años protegido, y que ya tendemos a ver como una realidad dada e inmutable, pero que no es ni lo uno ni lo otro. Por un lado, costó mucho esfuerzo “parirlo”, y por otro, no se debe bajar la guardia ni un momento ante las amenazas que lo acechan.
Pero, ¿cómo fue aquél “parto”, aquél proceso que tuvo como resultado la creación de este impresionante espacio milagrosamente virgen en el Mediterráneo europeo, imán para visitantes, residentes y artistas, orgullo de una sociedad que le daba la espalda? Para Hermelindo, visto en la distancia, aquello fue casi una alineación de planetas. Y la contribución de muchas personas.
El primer inventario
En su memoria guarda unas tres o cuatro fechas definitorias. “El primer flash de esta historia yo lo pondría en 1975”, dice. “Ese mismo año se hace público un catálogo del Instituto de Conservación de la Naturaleza ( ICONA ), que se llamaba ‘Inventario abierto de espacios protegibles’. Eran espacios de España y ahí ya aparecían las Salinas del Cabo de Gata, aunque de una manera muy genérica”.
La segunda fecha sería 1979. “La Junta de Andalucía está comenzando, y dos consejerías, la de Medio Ambiente y la de Ordenación del Territorio, encargan, como una una experiencia piloto, la primera en toda España, el catálogo provincial de espacio protegibles”, prosigue. “El encargador fue Manuel Falces, y yo fui el coordinador de un grupo formado por Antonio Pascual como geólogo, dos naturalistas, José Miralles y Lorenzo García, un geógrafo, José Jaime Capel Molina, y yo como biólogo”.
“Nunca he entendido por qué se hizo en Almería, de todos los lugares posibles”, sonríe. “Pero está claro que ahí la clave fue Falces. Era abogado y el delegado de Obras Públicas. Una persona genial, un niño grande y al mismo tiempo un tipo con unas convicciones ecologistas y medioambientales sólidas, algo insólito en la época. O sea, era una persona así ocupando un cargo público, sin vocación política ninguna pero con gran valentía personal, gracias a la cual contribuyó decisivamente a que el Cabo de Gata fuera Parque Natural años después”.
Las siguientes escenas
“En este catálogo aparecía ya el Cabo de Gata, pero terminaba en la Isleta del Moro. No nos atrevimos a hacer una propuesta ambiciosa en la que toda la sierra volcánica fuera protegida jurídicamente. Hicimos las Salinas junto con la mitad sur de la sierra volcánica del Cabo de Gata”.
La siguiente escena de esta historia se situaría en 1985. “Tomás Azcárate, que fue el primer director de la Agencia de Medio Ambiente Andaluz, tuvo la osadía de hacer dos cosas: Primero, eliminar el ICONA y convertirlo en Agencia de Medio Ambiente, un cambio sustancial, porque significaba unidad de gestión. Todo el Medio Ambiente residía en la Agencia, no sólo lo forestal. Todo. Los impactos ambientales, la ordenación del territorio, la gestión de los residuos, de la contaminación... Imitando la EPA americana. Él había ido a Estados Unidos, trajo la idea y la aplicó de una forma absolutamente pionera en Andalucía”.
Lo segundo fue nombrar, en donde se pudo, a ecologistas conocedores de la región como directores provinciales de esta Agencia de Me
Hermelindo Castro Nogueira, conocido como ‘Melo’, es biólogo y actualmente es presidente de Europark España, pero en los años en que el Parque Natural comenzó su andadura era el director provincial de la Agencia de Medio Ambiente. Estuvo implicado, pues, en la primera línea de todo el proceso de gestación de uno de los espacios naturales protegidos más singulares de Europa.
Un espacio que el este año cumple 25 años protegido, y que ya tendemos a ver como una realidad dada e inmutable, pero que no es ni lo uno ni lo otro. Por un lado, costó mucho esfuerzo “parirlo”, y por otro, no se debe bajar la guardia ni un momento ante las amenazas que lo acechan.
Pero, ¿cómo fue aquél “parto”, aquél proceso que tuvo como resultado la creación de este impresionante espacio milagrosamente virgen en el Mediterráneo europeo, imán para visitantes, residentes y artistas, orgullo de una sociedad que le daba la espalda? Para Hermelindo, visto en la distancia, aquello fue casi una alineación de planetas. Y la contribución de muchas personas.
El primer inventario
En su memoria guarda unas tres o cuatro fechas definitorias. “El primer flash de esta historia yo lo pondría en 1975”, dice. “Ese mismo año se hace público un catálogo del Instituto de Conservación de la Naturaleza ( ICONA ), que se llamaba ‘Inventario abierto de espacios protegibles’. Eran espacios de España y ahí ya aparecían las Salinas del Cabo de Gata, aunque de una manera muy genérica”.
La segunda fecha sería 1979. “La Junta de Andalucía está comenzando, y dos consejerías, la de Medio Ambiente y la de Ordenación del Territorio, encargan, como una una experiencia piloto, la primera en toda España, el catálogo provincial de espacio protegibles”, prosigue. “El encargador fue Manuel Falces, y yo fui el coordinador de un grupo formado por Antonio Pascual como geólogo, dos naturalistas, José Miralles y Lorenzo García, un geógrafo, José Jaime Capel Molina, y yo como biólogo”.
“Nunca he entendido por qué se hizo en Almería, de todos los lugares posibles”, sonríe. “Pero está claro que ahí la clave fue Falces. Era abogado y el delegado de Obras Públicas. Una persona genial, un niño grande y al mismo tiempo un tipo con unas convicciones ecologistas y medioambientales sólidas, algo insólito en la época. O sea, era una persona así ocupando un cargo público, sin vocación política ninguna pero con gran valentía personal, gracias a la cual contribuyó decisivamente a que el Cabo de Gata fuera Parque Natural años después”.
Las siguientes escenas
“En este catálogo aparecía ya el Cabo de Gata, pero terminaba en la Isleta del Moro. No nos atrevimos a hacer una propuesta ambiciosa en la que toda la sierra volcánica fuera protegida jurídicamente. Hicimos las Salinas junto con la mitad sur de la sierra volcánica del Cabo de Gata”.
La siguiente escena de esta historia se situaría en 1985. “Tomás Azcárate, que fue el primer director de la Agencia de Medio Ambiente Andaluz, tuvo la osadía de hacer dos cosas: Primero, eliminar el ICONA y convertirlo en Agencia de Medio Ambiente, un cambio sustancial, porque significaba unidad de gestión. Todo el Medio Ambiente residía en la Agencia, no sólo lo forestal. Todo. Los impactos ambientales, la ordenación del territorio, la gestión de los residuos, de la contaminación... Imitando la EPA americana. Él había ido a Estados Unidos, trajo la idea y la aplicó de una forma absolutamente pionera en Andalucía”.
Lo segundo fue nombrar, en donde se pudo, a ecologistas conocedores de la región como directores provinciales de esta Agencia de Me
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