¿Qué ha propiciado que el reconocido fotógrafo almeriense Carlos Pérez Siquier esté inmortalizando estos días con su cámara (valga la paradoja) sus propias obras? Pongámonos en contexto.
A la hora de poner el nombre de un municipio en el mapa, en no pocas ocasiones se ha optado -y se sigue optando- por el camino fácil, como el de las todavía existentes obras faraónicas en pueblos cuya prioridad debería ser la de mejorar la calidad de vida de sus vecinos y atraer así a otros. Sin embargo, a veces la solución a ciertos problemas esta más cerca de lo que parece.
Arte e historia
En Olula del Río han llenado de arte sus calles del casco histórico cumpliendo con varios objetivos al mismo tiempo. Obras de Sorolla, Antonio López o del artista local Andrés García Ibáñez se han plasmado en grandes paneles que ahora decoran fachadas, puertas y espacios varios.
Entre ellas, por supuesto, destacan también las del fotógrafo almeriense Carlos Pérez Siquier, que cuenta con un fantástico museo en la misma Ciudad de la Cultura de la que forma parte la Casa Museo Ibáñez.
Con esta acción, tan asumible ‘a priori’, se acerca el valioso arte que atesora el Museo Ibáñez a las calles del municipio; se hace más atractivo el casco histórico, tan deprimido en prácticamente cualquier municipio y, además, nace de la nada un llamamiento para que vecinos y visitantes acudan a fotografiarse junto a estas impresionantes réplicas de las obras de arte. Tanto es así que incluso uno de los propios autores, como es Carlos Pérez Siquier, ya ha hecho lo propio esta semana.
Iniciativa
La solución para lograr esos objetivos estaba en casa. Es cierto que es algo más complejo de lo que puede aparentar; pero tampoco es menos cierto que estaba ahí desde hace años. En la propia Olula del Río.
Un caso, el del Museo Ibáñez y cómo ha evolucionado en la nueva Ciudad de la Cultura que bien podría ser paradigmático en nuestra provincia. Si la semana pasada en este mismo Mirador del Almanzora poníamos en valor las reivindicaciones de los regantes del Levante como una excepción en la provincia y cómo así han logrado al menos una parte de sus exigencias, el caso del Museo Casa Ibáñez no es muy diferente. Una de las mejores pinacotecas andaluzas que agonizaba hace poco más de diez años, allá por 2010.
“Todo tiene un límite. Llega un momento en la vida en el que uno se plantea ciertas cosas y la verdad es que ya se ha dado tiempo suficiente como para que las administraciones hubieran reaccionado. Ya son cinco años así”, se lamentaba el artista olulense en agosto de 2010, hace ya más de una década.
Rescate
Cuando la situación parecía insalvable y el Almanzora y la provincia se encontraban a punto de ver cómo su mayor pinacoteca echaba el candado de manera definitiva, las protestas de la sociedad civil a veces en forma de veladas en el propio museo fueron recogidas poco después por los nuevos gobiernos que asumieron instituciones como el Ayuntamiento o la Diputación, sin olvidar el vital papel que una multinacional apegada a su tierra, Grupo Cosentino, jugó con la creación de la Fundación Ibáñez-Cosentino.
Cosentino, Ayuntamiento de Olula del Río, Andrés García Ibáñez, la Diputación Provincial de Almería, Carlos Pérez Siquier, Antonio López con su escultura de la Mujer del Almanzora... Todos han formado parte de esta ‘resurrección’ y todos con algo en común: la apuesta por su tierra o el valor otorgado a quienes lo hacen. Y es que, en ocasiones, las soluciones a problemas incluso de carácter histórico están muy cerca de casa, pero una hipermetropía política demasiado frecuente a veces nos impide ver de cerca.
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