Cuanta razón tenía aquella persona que alguna vez dijera “quien tiene un amigo tiene un tesoro”. Contar con alguien de confianza a tu lado es algo básico para el desarrollo personal y si bien es cierto que en las producciones de Hollywood hemos escuchado mil veces diálogos entre viejos camaradas de armas que se juraron amistad eterna con las grandilocuentes frases “me salvaste la vida en Vietnam” o “estoy en deuda contigo”, lo cierto es que un buen amigo puede salvar una vida. Pero lo que aquella persona que engrosó con su reflexión el refranero popular no contempló, fue ¿cuántos tesoros tiene aquel que tiene un vecindario o un pueblo consigo?
Hasta la fecha, 2,3 millones de personas han salido de Ucrania llegando a los países vecinos solicitando refugio. España, que se prepara para acoger a miles de ellos, ha visto cómo la población a título particular, se ha volcado para traer y hospedar a toda aquella persona que así lo necesitara. Y entre todas esos refugiados, el pasado jueves llegaron a Roquetas de Mar dos mujeres de origen ucraniano, con el coraje suficiente para cargar en un coche lo básico, montar a sus hijos en él y recorrer más de 3.900km hasta llegar al municipio del Poniente.
La llamada de una amiga y una casa en tiempo récord
La salida, que ha sido posible porque Irina, vecina de Roquetas, atendió la llamada de socorro de sus compatriotas, y en lo que dura un café un lunes por la tarde, consiguió tejer una red de ayuda ciudadana en el término municipal de Roquetas para salvar 5 vidas: 2 adultas y tres menores.
Mientras Olga despachaba los primeros cafés de la tarde del lunes, comentó a sus clientes habituales que su amiga Irina necesitaba ayuda para recibir a dos chicas de Ucrania, y la respuesta no se hizo esperar.
Varios empresarios de Roquetas, propietarios de una casa en el municipio, de manera altruista y ajenos a Administraciones y ONGs han cedido el inmueble, con los gastos cubiertos, a disposición de las dos refugiadas. “Las chicas llegaron ayer, y están provisionalmente recogidas en la casa de unos vecinos, mientras se termina de adecentar la vivienda” explicaba Olga.
Lo que hace dos días fuera una casa antigua y vacía, se ha convertido en un constante trasiego de pintores, electricistas y vecinos llegados desde Aguadulce o La Envía que aúnan sus esfuerzos para equipar la vivienda en el menor tiempo posible.
Lejos de Ucrania, madres, padres y maridos
Las primeras refugiadas de Roquetas dejan atrás madres, padres y maridos para empezar una nueva vida. Una decisión que se tomó a última hora, antes de empezar la operación salida. “En el último momento, sus madres y suegras decidieron quedarse porque sus hijos estaban combatiendo. Esas decisiones sólo las puede tomar una madre”, indicaba Olga, que vive con incertidumbre el futuro de Europa Oriental. “Hoy ha sido Ucrania, mañana puede ser mi país”.
La esposa de uno de los propietarios del inmueble, en una entrevista ofrecida a este medio, comentaba que el nivel de ayuda prestada por la ciudadanía ha sido tan abrumadora que se han visto obligados a frenar las donaciones vecinales y a reservarlas para los posibles refugiados que vengan en el futuro. “Tristemente llegarán más” se lamentaba.
A falta de que las recién llegadas, junto con sus hijos, se presenten públicamente a sus nuevos vecinos y se integren progresivamente en el devenir de su nueva vida, pueden decir que en el pueblo de Roquetas de Mar tienen un amigo y tienen un tesoro.
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