Vícar

La incansable lucha solidaria de la violinista Nadia Rudenko

El ataque de Putin le despertó de madrugada. Luego, pudo más el compromiso que la rabia

Nadia Rudenko ofreciendo un concierto de violín en Vícar, con motivo del Día de la Constitución.
Nadia Rudenko ofreciendo un concierto de violín en Vícar, con motivo del Día de la Constitución.
Jacinto Castillo
20:59 • 20 mar. 2022

Cuando Nadia Rudenko llegó a Vícar hace 14 años desde Ucrania lo primero que le llamó la atención fue la manera de vivir de las mujeres mayores. Ella no estaba acostumbrada a ver a las abuelas disfrutando de las fiestas del pueblo, bailando y bebiendo cerveza, vestidas con trajes colores vivos y recién peinadas en la peluquería. A Nadia se le saltaron las lágrimas recordando la imagen de las abuelas de su país y, sobre todo, del modo de vida que llevaban cuando dejó Ucrania para labrarse un futuro tan lejos de su casa. Le costó casi dos años superar la tristeza y el estrés por sentirse tan lejos de los suyos. De su extensa familia de siete hermanos, de la madre, de los amigos. De todo su entorno humano.



La ciudad de Oleksandria se encuentra cerca de la margen derecha del gran río ucraniano, el Dnieper. Está a algo más de 300 kilómetros de las castigadas ciudades de Kiev y Járkov, pero, más cerca de la ciudad de Zaporiyia, escenario del ataque ruso a la central nuclear que puso a todo el mundo en vilo hace días que dista de Oleksandria unos 230 kilómetros. Algo más lejos queda Mariúpol, que dista por encima de los 500 kilómetros de la ciudad natal de Nadia y que se ha convertido en otro de los escenarios más crueles de esta guerra sin sentido en el siglo XXI.



En un castellano perfecto esta ucraniana que encontró un sitio entre los almerienses cuenta cómo recibió la noticia del comienzo de la guerra. Sobre las cinco de la mañana la invasión rusa estalló también en la red social compartida con sus hermanos: miedo, rabia, angustia, preocupación, insomnio... Todo junto en esa madrugada que se quedó ya anclada para siempre en la memoria de los ucranianos. Y de todos los europeos.



Aunque las intervenciones rusas en el mapa de Ucrania se habían convertido ya en algo permanente en los sentimientos y la preocupación de los ucranianos, nadie se esperaba una atrocidad de esa magnitud. Por eso, el shock fue terrible, casi imposible de asimilar. Sin embargo, era necesario reaccionar. Las imágenes que llegaban desde su país impulsaron a muchos ucranianos residentes en España a colaborar en la medida de lo posible con las urgentes necesidades de sus compatriotas que habían visto como el escenario de la vida cotidiana estaba saltando por los aires con cada bombardeo, con cada ola de misiles rusos.



Solidaridad



Nadia Rudenko se entregó también a la causa de la solidaridad con sus compatriotas, a la vez que trataba de digerir el dolor y la indignación. Es difícil imaginar el descomunal esfuerzo que exige saber que la tierra que se ama está salpicada de sangre y destrucción y que quienes la habitan tienen que compartir cada hora con el miedo, el dolor y la muerte. 



En esas circunstancias las horas parece que se multiplican para esta ucraniana que reside en Almería. Atiende su profesión de violinista y profesora de música, cuida de sus dos hijos pequeños y se desvive por apoyar los esfuerzos por enviar toda la ayuda posible a Ucrania, conectando con sus compatriotas y coordinándose con las instituciones públicas para que la generosidad se proyecte de la manera más eficaz: los envíos de ayuda, la coordinación de la acogida de personas o el apoyo a las iniciativas solidarias que Nadie agradece tratando de que no se le ahoguen las palabras.



Nadia no tiene nada contra el pueblo ruso, por mucho que los medios de comunicación controlados desde el Kremlin lleven años tratando de presentar a Ucrania como una especie de invento, como un país que no debería de existir. Como una especie de mancha en el mapa, mil veces acusada de ser un rastro del nazismo según Vladimir Putin. Ella incluso tiene una hermana en Rusia, casada con un ciudadano ruso. Le preocupa que la propaganda de Putin y, sobre todo, esta guerra abra un espacio de incomprensión y odio entre dos sociedades que han estado hermanadas durante tanto tiempo.


Son ya varios años de noticias malintencionadas y ambiente prebélico surgido a raíz del conflicto armado en el Donbás, donde las milicias independentistas alentadas y armadas por Moscú volvieron a desatar sombras de guerra sobre Europa. Esa Europa de la que muchos ucranianos se sienten herederos. Ahora, el mapa se ha convertido en una trampa para la paz, en una especie de mosaico despiadado en el que la muerte y el dolor, se reparten el espacio.


Nadia, que habla ruso también, no ha caído en la tentación de rechazar la cultura rusa, porque está convencida de que sería un grave error parecerse al agresor. Su compositor favorito es Chopin, pero adora también a grandes maestros rusos como Shostakovich y Stravinsky. No puede entender que se esté levantando un muro de acero y de fuego entre dos pueblos que siempre han estado ligados entre sí por múltiples razones. Aún así, Nadia no se resiste a recordar la historia familiar marcada por la deportación de su abuela desde Ucrania a Siberia bajo el régimen de Stalin. Su madre, de hecho, nació en un gulag, aunque pudio regresar después a Ucrania.


Ayuda: medicinas, nutrición infantil y latas

Nadia Rudenko insiste en su gratitud a los almerienses por todas las muestras de solidaridad que se multiplican por el mapa de la provincia. Sin embargo, recuerda que ahora es más importante enviar medicamentos, material higiénico y nutrición infantil. Es mejor la comida enlatada ya que es difícil manejar los alimentos en fresco o envasados en cristal por las dificultades de almacenaje y transporte. Sobre la acogida de niños y personas, recuerda la importancia de hacerlo a través de la Junta de Andalucía y ayuntamientos. Los centros de recepción están en el número 166 de la Avenida del Mediterráneo en Carretera de Ronda, frete a Sonhindal y en la calle Reyes Católicos (Iglesia de San Nicolás).



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