Cierto que este periodo de lluvias persistentes que han azotado la provincia durante las últimas semanas han provocado daños, problemas en el tráfico, han arruinado numerosas playas y han llevado a muchos almerienses a otro tipo de confinamiento, el que suelen generar en una provincia tan seca unas precipitaciones inusuales.
Sin embargo, también obran ‘milagros’ como la reaparición, en zonas áridas, de especies que permanecen ocultas hasta que la intensa humedad del suelo les permite asomar y mostrar una belleza extraordinaria. Es el caso de una espectacular flor, de nombre Cytinus hypocistis, una planta parásita que es polinizada por las hormigas que se puede encontrar con en zonas de alta humedad, como la Alpujarra, pero que es muy difícil encontrar en zonas secas.
El relato
Tras las lluvias de semanas pasadas esas flores, que conviven con las jaras, han asomado en lugares tan inusuales como la del norte de El Alquián. Lo explica Antonio Rubio Casanova, responsable de Biodiversidad en el Grupo Ecologista Mediterráneo, en un relato en el que habla de cómo tuvo el “privilegio” de encontrarse cara a cara con el milagro:
“Mi Amigo Manuel con 82 años sigue con su ganao, dice que la cosa no está buena y que no lo puede dejar: -Yo no conozco otra cosa-. Sabe de veterinaria y de botánica, conoce las piedras y dice que no coge fósiles porque los ve en su sitio. Hoy me ha llamado cuando ha dejado (del verbo terminar) de llover, para que viera unas flores que le gustan y que no salen siempre.
Así que con los ayudantes Sancho y Simón le hemos visitado y nos ha llevado a una pequeña ladera donde ayer empezaron a romper y hoy así estaban. Nos ha gustado mucho la excursión y hemos conseguido imágenes extraordinarias. También nos ha llevado a ver el Romero más grande que conoce, ha sido de impresión. Dice que no deja que las ovejas se acerquen, -siempre lo he visto igual, hasta que no se ponga el Sol no las encierro-. Le he llevado naranjas de Gádor y limones; sé que le gustan por las mañanas con un poquito de Machaquito”.
La maravilla
Y así se encontraron, en una zona normalmente extremadamente seca, con esa flor, hija de la lluvia, amante del agua, oculta casi siempre por estas tierras. Una flor que tiene tallos floríferos de 3 a 13 centímetros o en manojos de hasta diez. Las que se encontró Antonio eran de un intenso color amarillo, con ligeras tonalidades rojizas. La historia dice que en tiempos remotos se utilizaba en la medicina popular para tratar la disentería y los tumores de garganta y por sus propiedades astringentes, antidiarreicas, emenagogas.
Uno de sus nombres populares es el de ‘chupamieles’ porque estrujadas con los dedos libera un néctar dulce que es muy apreciado por los niños. No es su único nombre popular, también se le llama, allí donde es muy abundante, planta de bandera (por sus colores amarillos y rojos), colmenilla española, doncellas, hongo de la jara, panocha de jara, tetas de doncella o téticas de novicia, entre otros.
En cualquier caso, para Antonio Rubio fue uno de esos encuentros que dan rienda suelta a la ilusión acumulada a lo largo de toda una vida por encontrar esta extrañeza. Han tenido que caer del cielo torrentes de agua para que la flor de la lluvia se hiciera presente. Lo mejor para el naturalista, haber podido asistir al espectáculo de la vida.
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