El pasado sábado, Daniel y Rocío se llevaron el mayor susto de su vida. Su pequeño, de dos años de edad, sufrió un ataque febril y comenzó a convulsionar en el salón de su casa. "Mi niño estaba malo, llegamos a casa y se quedó dormido, pero empecé a escuchar ruidos raros y lo vi morado, toda la boca llena de espuma. Se nos quedó como si estuviese muerto en los brazos", relata con un nudo en la garganta aún la madre de Kilian Daniel.
Esta familia ejidense salió corriendo hacia la calle con su pequeño, a eso de las diez de la noche. Los nervios hicieron que Rocío y Dani cruzaran la calle sin mirar, sin percatarse que se acercaba un vehículo. El conductor tuvo que dar un frenazo, ella dirigió su mirada hacia el coche y vio que era un taxi. Sin pensárselo, la joven abrió la puerta y se subió al mismo, mientras el taxista trataba de explicarle que, en ese momento, no podía realizar el servicio. Ella le explicó la situación de emergencia y él, sin dudarlo, les llevó al hospital.
"La verdad es que estaba tan nerviosa que no recuerdo si me dijo que estaba fuera de servicio o que tenía que ir a hacer un servicio, yo solamente pensaba en mi pequeño en ese momento. Por suerte pude contarle lo que pasaba y nos llevó, el conductor aguantó mucha presión hasta el hospital, porque le pedíamos que fuese lo más rápido posible. Al llegar no nos quiso cobrar el servicio, salimos corriendo y no pudimos ni darle las gracias, ni vimos el número de taxi", recuerda la ejidense.
Kilian, tras pasar por el Hospital Universitario de Poniente, mejoró. El susto, sin embargo, será difícil de olvidar para estos padres que, al día siguiente, iniciaron una búsqueda en redes sociales para dar con cualquier dato que pudiese llevarles a localizar al taxista, al que deseaban, como mínimo, dar las gracias por lo que hizo por ellos. Y finalmente lo han podido hacer.
"Pusimos publicaciones en Facebook para tratar de dar con él, por si alguien lo conocía. Llamamos al servicio de taxis, dejamos nuestro número de teléfono y el taxista nos llamó. Lo primero que hizo fue preguntarnos por nuestro pequeño, quería saber cómo estaba. Le dijimos que estaba bien y que queríamos pagarle la carrera, pero volvió a decirnos que no, que lo importante es que Kilian estaba bien", asegura Rocío.
Estos padres de El Ejido no olvidarán nunca ese sábado en el que se toparon con la peor cara de la vida, en la que ves a un hijo en peligro, pero afortunadamente pudieron encontrarse también con la mejor, la de la bondad y la ayuda de un desconocido, de un taxista anónimo que apareció en el momento justo. "Fue como un milagro", dice Rocío, que admite que "me va a faltar vida para agradecer lo que hizo por nosotros, eso salvó a nuestro hijo".
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