Aunque ya tiene unos meses de vida, en estos días se presenta la
novela Un piano en Cuba (editorial Arráez), última obra de
Remedios Martínez Anaya, la escritora almeriense afincada en Cuevas
del Almanzora. Una novela ambientada en nuestra Guerra de Cuba y
cuyos personajes transitan, con todas sus vivencias, entre los
pueblos del Valle del Almanzora y la entonces colonia española
Mi intención, en este escrito, es
expresar mis “sugerencias de lectura” sobre el universo literario
creado por Remedios en toda su obra y dejar para el lector el
aprecio de este universo en su última novela.
Lo primero que se aprecia en sus
escritos es el uso de la literatura como un compromiso, su denuncia
incansable de las injusticias del mundo en el que viven sus
personajes, o sea, nuestro mundo. Una injusticia manifestada en
violencia, miseria, desigualdad y esclavitud en sus múltiples
formas. Y como excelente maestra que ha sido no deja pasar ocasión
para inculcarnos que la mejor arma para conseguir la auténtica
libertad no es otra que la cultura
Las costumbres sociales pueden
convertirse en un denso velo que nos oculten la existencia de una
vida esclavizada de mil formas diferentes. Nuestra autora nos
compromete a quitarnos ese velo para enfrentarnos, con un compromiso
ético ineludible, a esa realidad esclavizante. Y quien más ha
sufrido esa realidad aniquiladora ha sido la mujer, no se cansa de
repetirlo Remedios, con el fin de despertar conciencias apuntando
siempre a un horizonte de igualdad y libertad plenas
Por ello, sus personajes aparecen
llenos de vida, de anhelos y de esperanzas, aunque tengan que
enfrentarse a sufrimientos y miserias, o precisamente por ello.
Remedios los lleva a vivir siempre al límite: cuando aman lo hacen
con pasión entregada, absolutamente, pero cuando la desesperanza y
el dolor se apoderan de sus almas también son capaces de tomar
decisiones trágicas.
Uno de los temas que nuestra autora
maneja de forma magistral es el paso del tiempo en la vida de sus
personajes, o sea, en nuestras vidas, expresado a través de
acontecimientos cotidianos como una boda, un nacimiento, una amistad,
un amor, la muerte, y los recuerdos, estos con una poderosa presencia
en sus escritos. Así, Remedios nos presenta la vida como una
representación en el escenario del tiempo que se vive, un tiempo que
no es el mítico ni el de la física teórica, sino el tiempo humano,
humanizado, el que realmente tenemos al alcance de la mano, el único
que tenemos. Por esto mismo, sus personajes toman siempre sus
decisiones y actúan desde la realidad más cruda con una
racionalidad siempre apasionada y enraizada en cada momento y en cada
lugar y nunca desde situaciones imaginarias, ideales o utópicas. Y
ese escenario que es el tiempo de la vida se convierte en el campo de
batalla en el que se enfrentan el amor y el odio, la esperanza y la
desesperanza el recuerdo y el olvido, la soledad, los sueños, la
inocencia y la violencia
Como decía, sus personajes están
llenos de vida y de todos los sentimientos que la hacen habitable
entre los que Remedios siempre destaca el amor. Y llenos de vida,
aparecen siempre proyectados al futuro de forma que el esqueleto que
sustenta todo su universo literario es, en mi opinión, la esperanza,
la misma esperanza que invadió el alma de Andrea, en Nada, cuando
una madrugada de nuestra negra posguerra subía sola con su maleta
las escaleras de la casa de la calle Aribau en Barcelona para empezar
una nueva vida.
Gracias, Remedios, por darle otro
tirón a nuestro velo con Un piano en Cuba. No será el último.
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