Miles de personas se reencuentran con el sabor del mejor jamón y embutidos

Cuando se trata del sabor del que presumen productos de excelencia como el jamón y los embutidos de Serón, no hay tiempo ni pandemia que pueda hacerlo olvidar.

La prueba está en la recuperación de la Feria del Jamón y los Embutidos de Serón tres años después de su última edición, allá por julio de 2019. Pocos meses después, este evento que ya acumula  veintiséis ediciones se vio interrumpido por cuestiones sanitarias pero, lejos de aminorar sus expectativas ante la incertidumbre de un regreso tras años en blanco, la edición de este fin de semana ha demostrado que el producto local no tiene competencia.

Miles de personas han visitado este viernes y sábado el pueblo de Serón para recordar no sólo a qué sabían sus productos estrella sino también para disfrutar de otros sabores ‘gourmets’ presentes en la feria como el queso o el vino de la tierra. Las ganas no eran menores si hablamos de los reencuentros, del ambiente festivo y de la verbena al amanecer, los otros elementos paralelos a los gastronómicos que caracterizan esta propuesta gastronómica.

Formato tradicional
Con su regreso, la XXVI Feria del Jamón y los Embutidos de Serón recuperó también su formato tradicional, con un viernes protagonizado por el Concurso Nacional de Cortadores, que atrajo a seis profesionales de este arte de nivel nacional y a numerosos espectadores que desde sus mesas contemplaron el buen hacer de los competidores y, dicho sea de paso, fueron también los primeros en degustar el jamón que horas después se repartiría por toneladas en la plaza de este pueblo enclavado en el Almanzora.

Más de 1.000 días después del último ganador de este concurso que sirve de cara a la clasificación del torneo nacional, fue un palmero quien volvió a levantar el diploma de campeón. Geovany Almanza fue el cortador que recibió mayor puntuación en un evento presentado por el maestro cortador Emilio García Ortigosa.

Y tras el correspondiente descanso llegó el día grande. Ayer en torno a las nueve de la noche abrían sus puertas los ‘stand’ de las distintas empresas que no pararon ni por un segundo de ofrecer platos repletos de jamón y embutidos, entre otros productos. Fue como si el tiempo no hubiera pasado. La misma plaza, el mismo bullicio característico... Y sobre todo, el mismo sabor que ha hecho de esta feria uno de los mayores eventos gastronómicos de la provincia. Por mucho que pasen los años.