Hijo y nieto de gallarderos, pronunciará el pregón de las Fiestas del Carmen que comienzan el miércoles. El ciclista fue medalla de bronce en los paralímpicos de 2020 que se celebraron en 2021, ya que tuvieron que ser aplazados a esta fecha por la pandemia. La disciplina velocidad por equipos C1-C5 lo llevó al pódium junto a sus compañeros de equipo el valenciano Ricardo Ten y el cordobés Alfonso Cabello.
Pablo Jaramillo Gallardo lleva el nombre de Almería por todo el mundo. Antes de la Olimpiada ya había participado en una gavilla de Mundiales que no es moco de paco. El deportista de élite no es solo patrimonio local, sino también del conjunto de la provincia. Javier Aureliano García Molina supo desde el principio que merecía la Medalla del Deporte de la Diputación de Almería. En Níjar, donde reside, su alcaldesa, Esperanza Pérez con sus concejales, también le recibió y homenajeó.
“Estoy deseando ser pregonero de mi pueblo, por muchos motivos, entre ellos el haber pasado mi infancia correteando y haciendo diabluras por todos los rincones del pueblo, ya que mis abuelos maternos, mi madre y mi tio son de Los Gallardos, donde aprendí a pedalear con mi primera bicicleta, una G.A.C de color naranja, sin saber que años después se convertiría en mi estilo de vida y mi pasión, el ciclismo”.
Pablo empezó su andadura en el mundo de la bicicleta a la que siempre fue aficionado y cómo un accidente de tráfico hizo que su mundo se tambaleara. Un día, su madre, otra enorme deportista, Paquita Gallardo, me confesó. “Pablo salió adelante por su pundonor, inteligencia y trabajo constante. Supo darle la vuelta al futuro negro que se presentó al principio hospitalario”. Después de eso, adaptó su bici y con 22 años se federó y en 2003 ya estaba participando en su primer campeonato de España. Pocos años después, en 2007, participaba en su primer campeonato mundial y desde entonces no se ha bajado de su bicicleta, lo que compagina con su trabajo.
Pablo Jaramillo aceptó al instante cuando se lo planteó el alcalde de Los Gallardos, Francisco Reyes. No se lo dije la otra noche cuando hablamos, pero se le hace justicia a su abuelo, el añorado Manuel Gallardo Piñero, cuya personalidad forma parte de la memoria de mi infancia. Preparaba y adornaba su camión para la cabalgata con la banda de música y de las adolescentes cinteras que iba recogiendo de las casas. El vehículo lo preparaba con sus bancos de madera o sillas de tijera. Nada de cinturones, ni asientos ergonómicos y cómodos como los de la modernidad actual como marca la prestigiosa empresa gallardera Autocares Rodríguez. El abuelo de nuestro campeón y pregonero Pablo Jaramillo convertía el camión en carroza de fiesta, adornado con una planta que sirve de repelente para insectos. Baladre, laurel de flor, como las que utilizaba el maestro albañil de hace 60 años, Juan Mateo, el marido de Candelaria Acosta que vivían en la calle Almería. Se formaba un equipo de trabajadores, que adornaba las moreras y los postes que se colocaban para la ocasión en la calle Mayor. Papelillos, luces, baladros sobre dichos postes y moreras adornaban la calle. El antiguo taxista Francisco Casquet Belmonte tiene razón cuando subraya desde el remozado bar de Sebas: “Los Gallardos fue pionero en la fiesta del mediodía, con aquellos bailes de los años 60 y 70 que lanzó Baltasar Ramírez Ruiz y María Molina Grima, del bar de Baltasar, y que en feria se trasladaban a la cochera del tío Pedro Morales, actual propiedad de Francisco Castro”. De esas fiestas, este periodista recuerda los inmejorables panchitos y patatas fritas de María de Baltasar y las marcas de cerveza Cruz Blanca y Cruzcampo con las barras de hielo en grandes cubas de plástico y con paja para que el hielo se deshiciera sin prisa. Bailes que comenzaban a la una de la tarde y una animación extraordinaria donde se lo pasaban lindamente mis hermanos Juanita, Ginés y Andrés. En casa acogíamos a las primas de Antas Josefina y Rosita Flores, la madre del periodista Francisco Flores. Todo amenizado por la banda de música de Vera y en alguna ocasión la de Cuevas del Almanzora.
La pregonera del pasado año fue una mujer atenta y dispuesta a comprometerse con la solidaridad, como se demostró durante la pandemia. Isabel Jerez Flores (Los Gallardos, 1944) pertenece a la amplia familia de “las turroneras”, mis primas segundas. Sus padres recorrían con su puesto de dulces casi toda la provincia. Fue emigrante en Suiza, junto a su esposo el añorado Segundo Ramírez Rodríguez, “el carnicero”. El matrimonio trabajó durante el periodo 1968-2000 en una carnicera que montaron con mucha ilusión y eficacia en El Prat, junto al Aeropuerto Josep Tarradellas. “Me reafirmo en el mensaje que trasladé a los paisanos de que se puede estar media vida fuera y no dejar de pensar en Los Gallardos. Hago balance y me veo una persona realizada, muy feliz, tras haber trabajado mucho”. Es consciente, como con casi lo que pasa y nos pasa en esta vida, habrá quien se sentirá más pregonero que otros. A los que hemos sido y nos sentimos unos privilegiados como pregoneros, lo que nadie nos quitará es la emoción. Los momentos agradables por el reencuentro con la familia y de aquellas personas que te han visto nacer y evolucionar. Esa plena felicidad al reencontrarte con algunos compañeros de cacharritos, las primeras juergas, los amigos para todo con los que compartías ilusiones y decepciones. Y el que te dio los mejores pases de gol. Esa felicidad emotiva la encontrará Pablo Jaramillo con el reencuentro personal de muchas personas que le quieren de verdad, al margen de que hay gente “pa tó”, como la vida misma.
Plaza Miguel Cánovas Los Gallardos vive unos días con muchos acontecimientos. El último es la apertura de la plaza que lleva el nombre del músico Miguel Cánovas Sánchez (Los Pinos, Bédar, 1933), quien mostró su emoción en un acto entrañable. El perfil del padre de la los músicos del Levante almeriense, don Miguel Cánovas, lo trazamos el pasado año para estas mismas páginas.
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