Las primeras gotas de lluvia vaticinan paladas a la sartén y así lo dice la tradición, lo sabes y lo sabemos. Las primeras lluvias con apenas dos días antes de la entrada del otoño nos advierte que hay que darse prisa por comprar la harina de sémola y preparar un plato que por excelencia siempre a acompañado las mesas de los abderitanos sin importar muy mucho en que época del año.
La tradición agrícola y marinera dejan su huella inconfundible en la cocina abderitana. La frescura del pescado y marisco, junto con la variedad y abundancia de hortalizas, hacen de nuestra despensa una fuente de riqueza para los amantes del buen comer.
Fruto del trabajo de agricultores y pescadores a lo largo de la historia, degustamos platos que contienen lo mejor del mar y la huerta con un acompañamiento muy completo.
Las migas de Adra su principal ingrediente, la harina, llega ha agotarse en grandes superficies, mercado o tiendas de Barrio hasta fin de existencias. Es la fiebre de una receta que forma parte de la tradición familiar hechas por la abuela, mamá o papá. No son unas migas más. En Adra hacen una mezcla especial que muchos no han encontrado en ningún otro lugar, y que tampoco han logrado saber que llevan exactamente.
Las migas de Adra da para hacer una biografía de cien volúmenes. Sus ingredientes principales son para cuatro o cinco personas: 500 gramos de harina de sémola de trigo, 500 ml de agua, una cabeza de ajos, 200 ml de aceite de oliva virgen y sal al gusto.
Luego está el mayor secreto jamás desvelado, que puede estar en el 'desliamiento' de la masa o por los acompañamientos entre las migas los famosos tropezones, compuestos de trozos de tocino, longaniza, morcilla o pescados. Siempre al gusto de los comensales. Algunas fuentes históricas ven una conexión entre el origen de este plato y el cuscús norteafricano.
Sea así o de otra manera o forma, lo cierto es que no hay mejores migas que las de Adra.
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