Estamos a finales de 1971. La noticia, que empezó como un rumor, empezaba a conmover a toda la población. En el barrio de Buenavista se había aparecido la Santísima Virgen.
A continuación, los comentarios fueron para todos los gustos. Pero cuando sobrepasó ya los límites de los corrillos y tomó verdaderas dimensiones fue cuando, al atardecer siguiente, los cientos da personas congregadas al final de la calle Hernán Cortés, donde ya el pueblo se hace campo pudieron ver con ojos atónitos, la aparición de algo extrañó y luminoso que al parecer, tenía la forma de una imagen blanca.
Aquella noche de domingo, la masa de público que acudió a ver la aparición fue espectacular. Un gentío esperaban impacientes ver la misteriosa aparición, cosa que sucedió y que suscitó la admiraron de los presentes.
La Guardia Civil y la Policía Municipal cuidaron en todo momento, que la concentración de personas se desenvuelve con el mayor orden y compostura lo que sucedió normalmente hasta la hora de disolución de los asistentes, cosa que empezó a suceder sobre las diez de la noche. No obstante, algunas personas permanecieron en el lugar hasta bien entrada la madrugada.
En principio, las causas que motivaban estas visiones, no pudieron ser determinadas. Y si bien las autoridades del momento no pudieron comprobar en un primer análisis si era alguna luz que se proyecta o algún reflejo que las produce, después de muchas pruebas realizadas a la vista de la muchedumbre no se supo determinar nada con firmeza.
Pasaban las horas y gentes de todas las clases y condiciones sociales se apiñaban noche tras noche en lo que actualmente es la calle de Hernán Cortés, para contemplar la misteriosa silueta luminosa que se deja ver en ocasiones.
Un poco de historia
La calle Hernán Cortés está situada al Norte de la ciudad, a espaldas de la actual Plaza de Andalucía, conocida en antaño como el Cerro de Buenavista, también llamado de La Milagrosa, por haber estado enclavada allí una ermita dedicada a la Virgen bajo esta advocación.
La aparición de la Virgen, ocurrió en una tarde de otoño del año 1865. El suceso tan extraordinario y grandioso fué presenciado por cuatro jóvenes de 15 a 18 años, de una familia apellidada Antequera, además por otra joven de la misma edad llamada Josefa Castilla y por el entonces niño de 7 años, Francisco Morales Galdeano. La aparición tuvo lugar a la hora de la puesta del sol.
Con la Virgen apareció una gruta en cuyo interior se vela una inmensidad de espacio de un color azul tan bello, que uno de los testigos de aquella escena, no ha visto color que se le asemeje.
La Virgen tenia el tamaño de poco más de un metro y su color era blanco con brillo metálico ligeramente mate y azulado. Estuvo en presencia de dos a tres minutos, y al retirarse lo hizo con la gruta, dejando la impresión de si se hubiese tirado de espalda dentro de ella. Durante muchos días después del suceso, se hicieron en el pueblo romerías al lugar de la aparición.
El objeto de haberse construido la ermita, cuentan otras fuentes, que estando el niño Francisco Morales Galdeano hijo del administrador de aduanas de Adra, jugando en las afueras de la población, entró en una pequeña cueva donde se le apareció Nuestra Señora y mirándole con ojos bondadosos, le rogó qué rezase mucho a su divino Hijo para la conversión de los pecadores.
Nada dijo Francisco sobre el particular, por miedo a que no le creyesen; pero, no obstante, volvió a la cueva junto con otros niños, donde se repitió la aparición, y esta vez el niño, al observar la tristeza de la Virgen, le prometió que cuando fuese mayor, edificaría en aquel lugar un templo dedicado a venerarla.
Pasaron los años y siendo ya Francisco hombre acaudalado, y asentado en Málaga, he aquí que una noche se le apareció de nuevo la Virgen Santísima y, cariñosamente, le recordó su promesa. A la mañana siguiente escribió a su amigo de la infancia Pascual Glarías, y le hizo el encargo de que comprase los terrenos, donde estaba la cueva de la aparición. Hizo Pascual, con gran diligencia, el encargo, y poco después se alzaba en la colina, que dominaba el pueblo, de cara al mar y teniendo a sus pies la bahía, una preciosa ermita, coronada por un doble campanil, en la que se dio albergue, en una gruta simulada, a una imagen de la Virgen Milagrosa.
Pronto la ermita fue punto de reunión donde las mujeres, las novias y los hijos de los marineros del barrio inmediato acudían a ver la llegada de sus seres queridos, y en los días de niebla o temporal, a rezar por quienes estaban a merced de las olas. La devoción popular fue creciendo, hasta que el templo fue destruido, y luego no llegó a reconstruirse, por no tener la Iglesia títulos de propiedad sobre la edificación, ya que éstos se los siempre se los reservó el constructor.
Pasaron los años y las ruinas de la Ermita fueron completamente demolidas, y el solar vendido en parcelas. Y precisamente, en la fachada de la casa que está construida justamente donde estaba la cueva, es donde aparece la imagen.
La imagen
La tremenda aglomeración de personas apenas dejaba ver nada; pero, y sin ningún género de dudas, se podía observar que sobre la fachada norte de la casa, estando las luces apagadas, se apreciaba con todo detalle una silueta fluorescente de una altura de metro y medio aproximadamente, de una imagen que tiene un raro parecido
en su contorno con la Inmaculada Concepción. Se aprecian claramente los cabellos largos, la túnica y el manto recogidos, quedando en tonos más oscuros, la cara y las manos.
Cuando se encendía la luz eléctrica, la fluorescencia desaparecía; o, si es resplandor, quedaba anulado por la mayor potencia del foco. Pero la realidad es que a pesar de las pruebas realizadas, y las posturas y posiciones que se dan a las ventanas inmediatas que pudieran reflejar la imagen, el caso verdadero es que allí está una y otra vez.
Las especulaciones empezaron a rodar como que sí los materiales con que se hizo el terminado de la fachada fuesen los responsables de esta circunstancia; pero la gran masa de testigos se preguntaban, ¿y por qué se ve precisamente ahí, sobre el mismo lugar donde estaba la cueva?
Los habitantes del barrio lamentaban la desaparición de la ermita, que nunca debió ser demolida, e invitaban constantemente a sus convecinos para que no dejasen de presenciar la imagen.
Y la verdad es que llegaron personas de los lugares próximos para ver lo que ellos llamaban aparición. Coches y motos se estacionaban en la inmediaciones de la explanada y sus ocupantes regresaban luego unos desilusionados, porque esperaban ver otra cosa, y otros afirmando que lo que se veía era la imagen de la Santísima Virgen; pero todos, comentaban con calor lo extraño del caso.
A última hora de la noche del día 21 de diciembre de 1971, el cura párroco, Alfonso Arcas, se personó en el lugar de los hechos y después de determinadas pruebas, se concluyó que al apreciar que la figura que se ve, era proyectada por la cristalera de una ventana, era la causante.
A esa conclusión se llegó después de varios días efectuando pruebas en todos los lugares donde era posible que hubiese algún reflejo de luz. Hoy en día, muchos abderitanos y abderitanas, no creyeron lo que las autoridades dictaron finalmente y siguen pensando que la imagen era de la Virgen La Milagrosa, y que creen que sí volvió a aparecer, según algunos, fue para que le levantase de nuevo la Ermita. Juzguen ustedes.
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