Un pueblo de Almería podría tener el primer alcalde centenario de España

En Chercos, la arruga es bella. Su alcalde, José Antonio Torres Sáez, con 98 primaveras, ha dado el sí quiero a su partido -el PP- para volver a encabezar la candidatura en los próximos comicios municipales del 28M. Se puede convertir así -si gana las elecciones como lleva haciendo 28 años- en el primer alcalde centenario de la historia de España, si nadie demuestra lo contrario.

Torres es un rara avis de la política: no es de derechas ni de izquierdas. “Yo soy del partido católico practicante y de la Guardia Civil”, suele exclamar. De hecho empezó de independiente cuando ganó por primera vez la alcaldía en 1995. Pero se dio cuenta de que en una agrupación pequeña no había porvenir. Lo buscaron PSOE y PP, éste último fue más insistente y pasó a militar con la gaviota. 

En la actualidad ya es el primer edil más longevo de España, aunque no lo parezca por la energía que ha desplegado estos últimos en un pueblo que apenas llega a 300 habitantes, pero que ha conseguido hacerse con un buen ajuar, gracias, entre otras cosas, a la insistencia en Almería de su regidor: tiene piscina, varias tiendas, biblioteca, bar, tanatorio, cine con apoyo de Diputación y hasta una iglesia nueva. ¿Y cura propio? “No, el cura tiene que venir de Albanchez”, contaba hace unos años”.

Pero de lo que más orgulloso se siente el decano de los alcaldes españoles es de las becas que concede a los niños del pueblo, que se dan desde la guardería hasta la Universidad.

Aunque, cuando acaba el curso, Torres se reúne con todas los jóvenes del pueblo y si no han aprobado se  les retira la ayuda.  

Su andadura en política municipal -no ha querido  llegar a más- se inició cuando pasó a la reserva como Guardia Civil en 1982 y se fue a vivir a Almería, a Artés de Arcos. Pero en Chercos tenía a sus padres y a sus suegros y algunas tierras y fue entonces cuando empezaron a hacerle el compromiso.

Desde que ganó las primeras elecciones, ha estado tentado de no repetir, pero asegura que el pueblo le obliga a seguir hacia adelante. Pero no quiere fiestas, ni mítines y considera que tiene buen trato con la oposición en líneas generales. De hecho, hace unos años, en una campaña electoral, le prohibió a Javier Arenas que fuera a Chercos porque  dice que le quitaba votos. “A mí me votan de izquierdas y de derechas y si viene un gerifalte no es para echarle flores a los del PSOE”, ha declarado en alguna ocasión.

En política tiene algunos amigos, aunque no demasiados, uno de ellos Luis Rogelio Rodríguez-Comendador.

Según Torres, una de las claves de su gestión es no haber subido los impuestos municipales y no cobrar ni un euro. De hecho, los viajes como alcalde se los costea él de su propio bolsillo. 

El año pasado pasó por el pueblo el periodista Manuel Campo Vidal, como presidente de Next Generation, un proyecto educativo en zonas rurales financiado con recursos europeos para comprobar cómo un pueblo tan pequeño conseguía mantener un cajero automático y un centro Guadalinfo para luchar contra la brecha digital.

Aseguran que volverá a ganar por goleada, pero Torres no es un hombre que se confíe. La vida le ha enseñado, tras un largo periplo por toda España, que nada está atado hasta que no termina el partido. Aunque los años  no pasan en balde, José Antonio ha padecido muy pocas afecciones a lo largo de su caudalosa vida, una de las que más recuerda es una gastritis que le hizo la puñeta durante algún tiempo. Cree que Chercos, ese pueblo de Los Filabres que él gobierna desde hace siete legislaturas, no desaparecerá nunca del mapa.

A pesar de que pasaron sus mejores tiempos cuando tenía una fábrica de mármoles en el Llano de San Roque, cuando los habitantes vivían en Chercos Viejo, encima de un cerro, hasta que en 1940 se bajaron a la llanura. Ahora Chercos tiene un lujo que son sus mermeladas que se exportan a 17 países y de la que era devota hasta sus últimos años la mismísima reina de Inglaterra. 

Fue Guardia civil en los tiempos más duros de ETA

Antes de alcalde, el regidor chercarro fue guardia civil durante 40 años. Recorrió distintos cuartes como los de Lérida, Albacete, Sevilla, Purchena, San Sebastián, Bilbao, en los años más duros de ETA, cuando llegó a sufrir un atentado, aunque pudo escapar. Se jubiló como subteniente del Cuerpo.