Vera y Mojácar ‘golean’ a Roquetas y El Ejido

Las  viviendas turísticas son el fenómeno más en boga en el sector terciario en la provincia de Almería. Las cifras de nuevos alojamientos y número de plazas no dejan de crecer desde que en 2016 se estreno el Registro en la Junta de Andalucía.

En la actualidad, Almería se ha catapultado como la tercer provincia andaluza, casi empatada con Sevilla y tras la gigante Málaga y Cádiz, en número de viviendas con fines turísticos (VFT) y Viviendas Turísticas de Alojamiento Rural (VTAR) inscritas: 9.183 al día de ayer sumando un total de 45.697 plazas.  A ellas habría que sumar las que aúno no están reguladas y operan en la economía sumergida. Al año de abrirse el Registro, las viviendas turísticas inscritas en la provincia sumaban menos de 10.000 camas y en poco más de un lustro se han multiplicado por cuatro.

En Málaga el auge es aún mayor: el coloso malagueño suma 60.578 viviendas turísticas, más que el resto de provincias andaluzas juntas. La segunda es Cádiz con 18.377. La tercera es Sevilla con 9.294 y a continuación Almería, a punto de empatar con la provincia hispalense y con miras de superarla en breve, a tenor de las distintas dinámicas de crecimiento de ambas en los últimos meses. El farolillo rojo andaluz es Jaén con 1.432 alojamientos, lo que demuestra que, en este tipo de segmento de negocio, sigue tirando más la costa que la sierra.

En cuanto a la distribución  de las viviendas turísticas por municipios, la provincia presenta algunas peculiaridades. Por ejemplo, que la amplitud de la ofertas no está directamente relacionada con el número de habitantes. El pueblo con más número de alojamiento de esta modalidad es Vera con 1.909; le sigue Mojácar con 1.461 y en tercer lugar Roquetas, que, en número de habitantes supera en más de 80.000 a sus predecesores, pero que en viviendas con fines turísticas se queda por detrás, con 1.296 unidades, quizá influido por la mayor oferta reglada de camas hoteleras de la que disfruta. El cuarto municipio es Níjar (1002) que supera a la propia capital (917). Después se sitúan Pulpí (627) Carboneras (384), El Ejido, otro gigante poblacional con escasa oferta de vivienda turística (214), Cuevas del Almanzora (207) y Garrucha (175).

También es singular el hecho de que Almería, a pesar de que ha crecido exponencialmente en este tipo de oferta, no depende tanto como otros destinos de las plataformas comercializadoras en Internet como Airbnb o milanuncios. En el primero de estos portales, por ejemplo, el cómputo global de oferta urcitana es de 333 viviendas, muy por debajo de otras zonas costeras gaditanas o malagueñas.

Una de las claves, probablemente, del buen acogimiento de este fenómeno es que Almería se distingue, quizá por encima de sus competidoras, por presentar una planta hotelera muy discreta y con mucho componente estacional que propicia que se haya desarrollado una oferta alternativa como es la de la vivienda turística.

De hecho, según el Registro de la Consejería de Turismo, en la provincia hay más camas de viviendas turísticas que de hoteles: 45.697, frente a las 35.000 camas hoteleras. 

Más de la mitad de las viviendas turísticas urcitanas encuentran su filón en la costa  del Levante almeriense. En 84 de los 103 municipios de la provincia hay ya algún alojamiento de esta naturaleza.

un peculiar segmento de negocio

El segmento de negocio de las viviendas turísticas, muy y oculto hasta hace pocos años, al aflorar en un registro oficial ha propiciado un mayor conocimiento de sus características. Por ejemplo, según la Asociación de Viviendas Turísticas de Andalucía, el gasto de este tipo de visitantes en compras (seis de cada diez euros) es mayor que el de que se hospeda en un hotel y la estancia media también es proporcionalmente mayor: 5 días frente a los 3,6 en el hotel. La pandemia también ha provocado un efecto multiplicador en la demanda de vivienda turística por sus mayor sensación de privacidad. Los apartamentos turísticos reglados en la provincia son 141 con 1.507 plazas, mucho menos de la mitad de plazas que las  VFT, regentadas por pequeños autónomos y familias. La ley ampara a los ayuntamientos para  limitar su proliferación en centros históricos saturados.