Con solo 10 años, Nicolás García, natural de Garrucha, se embarcó por primera vez como marinero en uno de los buques de pesca de su familia. Hoy, con sólo 22 años, este garruchero puede presumir sin titubear de haber visto amanecer en todas las costas de España, “solo me falta Canarias” puntualiza el joven.
Una vida dedicada a su gran pasión: el mar. “Llevo en la mar toda mi vida, con 10 años me subí al barco de mis abuelos y me fui una semana a Alicante con ellos”, rememoró el joven que con solo 5 o 6 años ya buceaba y pescaba.
Gracias a su constancia y tesón Nicolás consiguió embarcarse como marinero en un Buque Oceanográfico, gracias a este ha recorrido toda España y gracias a esta experiencia ha sido testigo de hitos científicos. “He presenciado algunos descubrimientos de nuevas especies del fondo marino...alguna que otra planta”, enumera orgulloso el garruchero.
Pero sin duda su afán por conocer el fondo marino le ha llevado a aspirar a metas mucho más ambiciosas. “Mi próxima meta es ir a un buque oceanográfico que hace campañas en la Antártida, me encantaría que fuera mi próximo destino, creo que es algo que no todo el mundo tiene la oportunidad de vivir y para mí va a ser una experiencia inolvidable. La gente paga por ir a la Antártida y a mi me van a pagar por ello, no se puede pedir más”.
- Nicolás es consciente que será una experiencia dura a la par que gratificante pero esto no asusta ni achanta al garruchero que está dispuesto a cumplir este sueño. “Va a ser duro, es un viaje más largo, el clima va a ser difícil, me tendré que abrigar bien pero estoy dispuesto a todo por cumplir mi sueño”.
El protagonista recuerda como llevó esta pasión más allá, y decidió convertirla en su profesión. “Empecé estudiando un grado medio de Capitán de Litoral y después estudie un grado superior Capitán de Capotaje, mucha gente no conoce estas modalidades”. Según el de Garrucha cada vez es más difícil encontrar a marineros jóvenes en las embarcaciones, “este oficio se está perdiendo”, lamentó. Mientras estudiaba, recuerda, no dejó de lado el mundo marítimo. "Todos los veranos me embarcaba, en Garrucha estuve en un barco rastrero durante dos meses y en Carboneras estuve en un barco cerquero seis meses y medio”.
Las primeras veces como marinero a decir verdad, "fueron muy duras, se trabajaba mucho, no se bien porqué, si era porque al ser familiar mi tío quería hacerme trabajar más”, bromeó, pero esto no le quitó la ilusión ni el gusto por el fondo marino, al contrario, “me dio más fuerza para seguir adelante y conseguir un trabajo más digno en el sector marítimo”, aseguró.
Su día a día como marinero de un oceanográfico
Un buque oceanográfico es una embarcación acondicionada para las tareas de investigación científica en mares y océanos. “Por ejemplo, cogemos dragados del fondo, muestras de seguimiento del fondo como arena o fango; también cogemos muestras de agua a diferentes alturas para analizar los microplásticos que existen en ese agua y su calidad; también hacemos pesca para regular el copo de captura de los barcos al año” enumeró el protagonista.
“Mi día a día en el buque consiste en ayudar a los científicos, sobre todo con las maniobras con equipos científicos, como cámaras o robots que hay que echar a cierta profundidad”, además de acatar las órdenes que le indique el capitán de la embarcación.
Estos meses en el mar también han dejado alguna que otra anécdota curiosa que recordar a Nicolás. “He llegado a ver un frigorífico flotando encima del mar o algún contenedor de los buques cargueros. Y mirando al cielo hemos avistado unos cuantos “ovnis””, bromea el garruchero sobre las diferentes luces o destellos que han avistado sin explicación aparente, eso sí les da para entretenerse un rato imaginando su procedencia con el resto de compañeros.
“También hemos hecho avistamientos de cetáceos, un mes entero navegando para controlar el avistamiento de ballenas, delfines y todo tipo de cetáceos de las costas españolas”.
“Lo que siento por el mar es algo que me viene de dentro, es un sentimiento, tú me llevas a un sitio sin costa y me deprimo”, así lo asegura este marinero que no concibe su día a día sin ver el mar, sin oler el salitre, o sin escuchar a las gaviotas. “Todo lo relacionado con el mar siempre me ha gustado a día de hoy, para mí es una pasión”.
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