La Altamira de Cuevas del Almanzora, así la han calificado algunos historiadores los grafitos carcelarios encontrados en la Torre del Homenaje del Castillo del Marqués de los Vélez. En la parte más occidental de la ciudad, ocupando el corazón de la plaza de la Libertad, se eleva sobrio y señorial Castillo, un conjunto arquitectónico construido como baluarte defensivo. Se configura como un recinto amurallado en forma de rectángulo irregular, constituido por: la Torre del Homenaje, la Casa de la Tercia, el Palacio del Marqués, el Anfiteatro y el Patio de Armas.
Los usos de
esta fortaleza han variado a lo largo de la historia, ha servido de
residencia palaciega para la nobleza señorial, también como almacén
de tributos para vasallos y cómo alojamiento carcelario. En este último uso ha dejado un
testimonio que obedece a cinco siglos. Generaciones de presos han dejado plasmado en las paredes de la torre sus vivencias, sueños y pesares.
El historiador, Enrique Fernández Bolea, explicó la peculiaridad de estos grafitos. "Los más impresionantes datan del siglo XVIII, es una parte destacada porque seguramente quien lo hizo fue una persona bastante talentosa. Habitualmente los grafitos eran de un solo pigmento (negro) y en este caso hay hasta 4 pigmentos diferentes. Con lo cual estamos hablando de un mural un colorido muy atractivo para el que lo visita y luego lo que se representa en él son motivos referidos a lo que podría ser la vida de ese preso", adelantó.
Según los datos que arrojan estas pinturas, los historiadores barajan en sus hipótesis que el autor pudiera haber sido un oficial privilegiado que contó con el cuidado de sus propios carceleros que le dieron esos cuatro pigmentos con los que pudo componer esa Altamira del siglo XVIII. En los dibujos policromados aparecen desde oficiales y soldados a caballo, hasta duelos a espada, duelos a pistola, escenas gentiles de caballeros y damas o elementos cotidianos como la celebración de la Semana Santa. "Creemos que quien los hizo fue un oficial de alta graduación que estuvo aquí encarcelado y que participó en la Guerra de Secesión Española", afirmó el historiador.
Además en las paredes de la torre también existe todo un catálogo de navíos que van desde galeotas del corso berberisco pasando por galeras reales, o galeones jabeques. "Hay que tener en cuenta que la mayor parte de los presos estaban relacionados con el mundo del mar. La mayor parte de los dos primeros siglos XVI y XVII tenían que ver con esa situación de riesgo que venían del mediterráneo a través del corso berberisco y del corso turco y muchos de esos corsarios, fueron capturados por los cristianos y terminaron con sus huesos en la cárcel. Ahí dejaron su impronta en forma de navíos y en forma de armas y tripulaciones. Es un lugar que se da mucho a que la imaginación vuele".
"Esta era una cárcel de paso, tenemos documentación desde el siglo XVI donde se habla de algún que otro corso berberisco que eran traídos a la cárcel de la torre, antes de ser vendidos en los mercados de esclavos". Una práctica que se realizaba en ambos sentidos según Fernández Bolea que explicó que cuando no eran capturados los berberiscos apresaban a ancianos cristianos igualmente para venderlos en los mercados de esclavos.
Otra de las curiosidades de esta cárcel es que su uso se extendió hasta el siglo XX. En 1939 y 1941, recién terminada la Guerra Civil mucho presos políticos acabaron en la Torre. "De hecho muchos son los cuevanos que recuerdan como su padre o su abuelo estuvieron presos aquí". Una nueva etapa que deja unos grafitos mucho más recientes y vanguardistas que además contrasta mucho con esos otros grafitos e incisiones de los siglos XVI, XVII y XVIII.
Enrique Fernández Bolea explicó que los historiadores y expertos
del panorama nacional en el tema de grafitos carcelarios que han
visitado el municipio han concluido que se trata de una de las
colecciones de grafitos carcelarios más singulares y más
excepcionales de toda España. Por su conservación, variedad y por
su distribución cronológica por cinco siglos de la historia.
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