Marcos Salvador, natural de Huércal-Overa recuerda haber comenzado en el oficio de tornero a los 14 años. “En cuanto acabé los estudios obligatorios, ya tengo 55 años, con lo que llevo 41 años en esto de ser tornero”. Ahora con 41 años se siente muy orgulloso de haber seguido el legado que le dejó su padre Cristóbal Salvador que a sus 87 años ha dedicado toda su vida a trabajar con el torno.
Y es que poder ver como se realizaba este oficio tan de cerca fue como quien vive un flechazo de película romántica. “Con 14 años me encantaba todo lo relacionado con los hierros, con el montaje, cuando llegaban los clientes al taller yo les preguntaba y me informaba de todo, es una cosa que me ha gustado desde siempre”.
Cristóbal, la primera generación dedicada a este trabajo, emigró desde Barcelona para afincarse en Huércal-Overa en una época donde el flujo migrante solía hacerlo al contrario, se ha pasado más de 70 años dedicados al oficio de tornero. “A mi padre le decían que era muy fino trabajando”, confesó su hijo con una gran admiración por la pericia de su padre en la mecánica manual.
Para los profanos en materia, Marcos explicó qué piezas o qué trabajos se realizan con el torno. “La demanda nuestra es trabajar para los mecánicos y para las empresas de tractores, nosotros reconstruíamos piezas metálicas y construimos nuevas. Esta enfocado a la reparación y fabricación de piezas de metal”.
Ahora este trabajo manual se realiza de forma automatizada en fábricas, pero estos huercalenses realizan un trabajo artesanal con un torno mecánico, “no son tornos de control numérico no son automáticos”, puntualizó el huercalense.
Tal es la fascinación de este padre e hijo por la mecánica que Marcos aseguró que su padre acudía al taller a trabajar con el torno hace solo dos años. “Mi padre se jubiló pero siguió haciendo cosas como hobby seguía yendo al taller, con 84 años, con la misma precisión que ha trabajado siempre”.
Cristóbal recordó que a lo largo de su carrera profesional, nunca se le ha resistido ninguna pieza. “Algunas veces había alguna más difícil pero con paciencia nada se me ha resistido, no he tenido problemas nunca, se ha complicado la cosa un poco pero se ha resuelto, me ha gustado mucho la mecánica. Si se le echa el tiempo necesario sale para adelante”, aunque si bien es cierto que hay piezas que les ha podido llevar más de un día de trabajo.
Como segunda generación Marcos confesó que el oficio ha cambiado un poco a lo que era tradicionalmente. “Yo ahora tengo comodidades en mi taller como grúas o camiones y no solo trabajo el torno, también hago carpintería metálica, ya no hay tanto trabajo en el torno como había antes, antes se reparaba casi todo trabajábamos mucho con los mecánicos, pero hoy en día casi todo es de usar y tirar. Se hacen menos cosas pero sí se siguen haciendo, es un oficio que no se ha perdido, pero sí ha cambiado”.
A la pregunta de si esta tradición familiar persistirá una generación más, Marcos esputa que no cree, aunque habrá que esperar unos años para ver que decide una de sus hijas que está estudiando ingeniería industrial.
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