Después de una jornada intensiva de playa o piscina llegamos a casa, nos duchamos y al mirarnos al espejo, ahí están los ojos rojos y un posible picor que nos acompaña. Normalmente no hacemos mucho caso a esta afección habitual y normalmente momentánea pero en algunas ocasiones se puede volver más molesto y persistente de lo que creemos. Hay dos infecciones oculares que aumentan su incidencia en verano, ya
que con el buen tiempo pasamos más tiempo en las piscinas y en las
playas. Estas son la conjuntivitis infecciosa y la
queratoconjuntivitis.
Por un lado, la
conjuntivitis infecciosa se produce por una inflamación de la
conjuntiva y es muy contagiosa, sobre todo los
primeros días. El proceso inflamatorio puede durar hasta un mes. En
este caso resulta imprescindible extremar la higiene y no compartir
utensilios para evitar contagios.
La
queratoconjuntivitis se produce por una inflamación de
la córnea y de la conjuntiva por la falta de hidratación del ojo.
Una afección más frecuente en niños y tiene más
incidencia en los meses de verano porque estamos más expuestos a
factores externos como el viento, ambientes secos, cloros…
Y es que cada vez
los cloros están más fuertes en las piscinas, el agua lleva muchos
productos químicos y sobre todo “los niños pequeños no tienen el
control de no abrir los ojos, y cada vez vemos más quemaduras
solares y por el químico del cloro. Enrojecimiento del ojo,
queratitis en la cornea”. Así lo explica la profesional en la
materia y gerente de la óptica ‘Otra Mirada’ en Vera, Julia
Guerrero. Según la optometrista lo ideal sería usar siempre gafas
de natación para evitar que surjan estos problemas en los ojos que
cada verano aumenta en los menores.
Además hay un tema
que principalmente preocupa en la temporada estival y la vista, y es
que por muchas campañas que se hagan la gente no termina de estar
concienciada con el tema de las gafas de sol. En incontables
ocasiones vemos gafas de lo más innovadoras de colores y formas
llamativas que se venden en cualquier bazar o puesto callejero y
“picamos”. Sin embargo en la mayoría de ocasiones estas lentes
no están preparadas para frenar la luz ultravioleta del sol, lo que
puede ser muy dañino para la vista.
Según Julia
Guerrero “es peor llevar gafas sin el distintivo de la Unión
Europea que no llevarlas” y es que según explica la profesional
“nuestra pupila tiene un mecanismo natural que hace que esta se
contraiga y no entre tanto esa radiación ultravioleta, pero si
llevamos una lente oscura, nuestra pupila está abierta y si esta
lente no tiene protección ninguna pues empieza a pasar la
radiación”, lo que puede provocar graves problemas de salud.
Además hay que
tener especial cuidado cuando adquieres unas gafas de sol ya que
según explicó Guerrero “hay muchas gafas que tienen falsificado
este sello”. ¿Pero como lo hacemos para no caer en al trampa de
comprar una de estas gafas con un sello falsificado?, pues no hay
otro modo que comprarlas en un establecimiento sanitario y dejarte
aconsejar por los expertos en esta materia: los
ópticos-optometristas..
Las gafas de sol
homologadas vienen acompañadas de un etiquetado que incluye una
serie de elementos: Por un lado El sello de la Comunidad Europea (CE)
que acredita que el producto cumple con la normativa de calidad y
seguridad internacional; una referencia normativa (EN 1836:2066) que
garantiza que las gafas cumplen con la normativa de calidad; el grado
de protección de la radiación ultravioleta; Información de la
categoría del filtro de color; Por último, las gafas de sol
homologadas deben ir acompañadas de la información sobre el
producto que tiene que incluir: nombre y dirección del fabricante,
instrucciones de uso, limpieza y mantenimiento y advertencia sobre la
protección a radiaciones UV y sobre su uso para la conducción.
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