"Todo el mundo me conoce como el negro de Stradivarius”, dice Ibrahim Kone. En el año 2010 se convirtió en el primer dependiente racializado de una de las filiales de Inditex en el centro comercial Gran Plaza. Ibra dice que no se iba a conformar con ser peón agrícola toda su vida. Pasó por uno de los mayores suburbios de París, una experiencia traumática, un punto de inflexión en su vida. Decidió regresar a Almería y no parar hasta conseguir su primer contrato indefinido.
El protagonista tenía 10 años la primera vez que subió a un avión con destino final Cortijos de Marín, una pequeña locaclidad almeriense. En tierra dejaba a su madre y sus cinco hermanos menores entre lágrimas, 5 años después volvieron a reencontrarse. Comenzó a trabajar a los 16 años en un locutorio, su trayectoria continuó en el mundo agrícola, como peón y blanqueador. Después de un par de años sobre la cubierta de los invernaderos, Ibrahim Kone decidió volver a estudiar en el instituto nocturno para optar a mejores puestos de trabajo.
Ibra cuenta que su infancia se cortó cuando dejó su país natal y como su adolescencia fue marcada por el regreso de su padre a Costa de Marfil, ese año el muchacho dejó los estudios. En aquel momento prefirió quedarse en España a cargo de una tía materna, quien lo había cuidado durante sus primeros años en esta tierra cuando las pesadillas no lo dejaban dormir. “Estaba muy mal, si lo hubiera sabido habría acudido a un psicólogo.
No tenía ni madre, ni padre, mi tía y yo no nos aguantábamos. En ese punto dije paso de la vida y voy a vivir a mi manera”, concluye.
A los 18 años fue a parar al barrio africano más grande de París, Château Rouge. Allí lo esperaba un amigo y le había prometido un buen trabajo. La realidad a la que se enfrentó fue muy diferente. Vivió durante una semana sin luz, ni agua, durmió con la riñonera que portaba sus documentos puesta, se duchó a duras penas. El muchacho jamás se había enfrentado a esas carencias ni en Costa de Marfil, ni en España. Durante ese tiempo nadie sabía de su paradero, su madre lo llamó desde África, era la época pre WhatsApp, entre lloros le pidió que volviera a Roquetas. Entonces se dio cuenta de que había gente que no podía optar a unas condiciones dignas de vida porque no tenía papeles. Al regresar a casa se puso a buscar trabajo seriamente y empezó su aventura en el sector textil.
“No quería trabajar en un invernadero porque el trato no estaba pagado. No por el racismo, sino porque nos hablan como si fuéramos burros”, así ese 2010 Ibra echó curriculum en las tiendas del centro comercial Gran Plaza. Aunque el protagonista no tenía ni idea de cómo hacer una entrevista se presentó como el único aspirante negro e hizo reír a las reclutadores. Dos semanas después se paseaba por Zara vestido de traje mientras colocaba ropa a toda velocidad.
En busca de unas mejores condiciones laborales el dependiente se trasladó a Granada y de nuevo era el único negro en tienda de todo el centro comercial. Después de trabajar en malas condiciones en unos cuantos establecimientos llegó su deseado contrato indefinido en Stradivarius. “Me llamaron desde la oficina para que formara parte del equipo y empecé a llorar, llevaba muchos años esperando y hacía 10 años que no veía a mi madre. La encargada, Verónica Madruga, me dio un mes de vacaciones para que fuera a mi país y volviera con más ganas de trabajar. Me sorprendió que todavía existiera gente así”, Ibra esboza una de sus sonrisas al evocar ese recuerdo.
Antes de despedirnos Ibra concluye con la moraleja de su historia: “Si uno lucha y uno quiere, se puede. Racismo va a haber en todos sitios, pero los negros en Almería no damos paso a muchas cosas. Les digo a mis amigos; acercaros a los sitios, no solo al invernadero.”
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/3/provincia/260521/de-costa-de-marfil-al-stradivarius-de-roquetas-si-uno-lucha-se-puede