Serón triunfa en Andorra

Debe ser una confabulación o algún tipo de consigna de una secreta orden cisterciense. Si no, no se entiende: todos los jamones de Serón que salen por la frontera, se los comen los andorranos. Repito, todos. No dejan nada a nadie. Ni a Portugal, ni a Alemania, ni a los chinos, que tanto les gusta. Ni siquiera a sus vecinos galos. Según los datos del Instituto de Comercio Exterior dados a conocer ayer por la Delegación del Gobierno de la Junta, “el 100% del jamón que exporta Almería se consume en el Principado de Andorra”·. Las industrias cárnicas de la provincia han exportado 10.000 kilos de jamón y todas las patas y paletillas han ido a parar al mismo sitio: como si en Eurovisión, de pronto, Andorra nos diese los doce puntos. De seguir así, sugiero al alcalde de Serón, el barbado Juan Antonio Lorenzo, que promueva, sin más dilación, un acto de hermanamiento con Andorra la Bella en el que se homenajee la fidelidad de esa tierra para con el pernil de cerdo indaliano. También deberían pensar los seroneses, productores como Checa, Segura, el Consorcio o Emilio (el hijo de Catalina Castaño) de Hijate o Jamones de María, en promover una calle con el nombre del jefe del Gobierno andorrano o una escultura en bronce para el obispo de la Seo. Uno no puede dejar de imaginarse esas celebraciones familiares andorranas con las lonchas de serrano seronés brillando en el plato durante el aperitivo dominical; o esas tascas bajo el viento helado del Pirineo, con chimeneas, mesas de pino y encima las gloriosas bandejas de jamón recién cortado y recién llegado de los secaderos del Alto Almanzora. Es para emocionarse.