Marta Rubí
21:38 • 06 may. 2012
El proyecto de la iglesia ortodoxa rumana sigue paralizado del mismo modo que se ha paralizado el crecimiento de su feligresía en Roquetas de Mar. El presbítero, Emil-Ioan Tomodean, explica que a la construcción, que se estaba financiando con aportaciones de los rumanos practicantes, no le falta apenas un último empujón, pero que desde hace unos meses no se ha podido avanzar.
El pasado julio, la comunidad alertó de las dificultades económicas que estaban obstaculizando la finalización del edificio. Fue entonces cuando el Obispado de Almería avaló un crédito para que se pudiera continuar. “El crédito es lo que estamos pagando ahora”, explica el clérigo, pero la cantidad no era la suficiente para completar la iglesia. La obra se alza, casi terminada, en la zona de Las Salinas, y parece abandonada, fantasmal, si bien la esperanza Tomodean es que pronto pueda acoger las celebraciones de la iglesia.
Mientras tanto, se continúan realizando en un local, en la calle Dalías de Roquetas, donde la población ortodoxa acude a las Eucaristías o a rezar. “Ahora, con la crisis, contamos con menos fieles, claro”, comenta el sacerdote, y por ello, con menos aportaciones para terminar la que iba a ser primera iglesia ortodoxa de Andalucía.
Pero la reducción de la población rumana no rebaja la cantidad de trabajo que asume Tomodean, ya que atiende a los ortodoxos rumanos de Jaén, Granada o Motril, “en donde sea necesario”, en iglesias que o están en locales alquilados, o están cedidas por la Iglesia católica. Además, recorre toda la provincia para asistir a los fieles y, por ejemplo, bendecir sus casas, costumbre que comparte con la iglesia católica, al igual que la mayoría de fiestas. “Nosotros celebramos los mismos sacramentos, bodas, bautizos, la Eucaristía, la liturgia...”, aclara el religioso. Su deseo es que pronto puedan realizarse en la iglesia nueva, que conserva la estética tradicional ortodoxa en el exterior, como se puede ver en la obra, y la planta en cruz, y se omenzó en 2009, tras la cesión del suelo por parte del ayuntamiento.
La población rumana de Roquetas sigue siendo el grupo extranjero más numeroso de la localidad, aunque desde comienzos de la crisis se ha reducido considerablemente, hasta un 30 por ciento. Así, de los 10.000 habitantes de hace apenas dos años, en la actualidad rondan los siete mil. “Muchos han vuelto a Rumanía, pero otros muchos se han quedado”, especifica Emil-Ioan. Para ellos, la comunidad seguirá esperando poder terminar el templo.
El pasado julio, la comunidad alertó de las dificultades económicas que estaban obstaculizando la finalización del edificio. Fue entonces cuando el Obispado de Almería avaló un crédito para que se pudiera continuar. “El crédito es lo que estamos pagando ahora”, explica el clérigo, pero la cantidad no era la suficiente para completar la iglesia. La obra se alza, casi terminada, en la zona de Las Salinas, y parece abandonada, fantasmal, si bien la esperanza Tomodean es que pronto pueda acoger las celebraciones de la iglesia.
Mientras tanto, se continúan realizando en un local, en la calle Dalías de Roquetas, donde la población ortodoxa acude a las Eucaristías o a rezar. “Ahora, con la crisis, contamos con menos fieles, claro”, comenta el sacerdote, y por ello, con menos aportaciones para terminar la que iba a ser primera iglesia ortodoxa de Andalucía.
Pero la reducción de la población rumana no rebaja la cantidad de trabajo que asume Tomodean, ya que atiende a los ortodoxos rumanos de Jaén, Granada o Motril, “en donde sea necesario”, en iglesias que o están en locales alquilados, o están cedidas por la Iglesia católica. Además, recorre toda la provincia para asistir a los fieles y, por ejemplo, bendecir sus casas, costumbre que comparte con la iglesia católica, al igual que la mayoría de fiestas. “Nosotros celebramos los mismos sacramentos, bodas, bautizos, la Eucaristía, la liturgia...”, aclara el religioso. Su deseo es que pronto puedan realizarse en la iglesia nueva, que conserva la estética tradicional ortodoxa en el exterior, como se puede ver en la obra, y la planta en cruz, y se omenzó en 2009, tras la cesión del suelo por parte del ayuntamiento.
La población rumana de Roquetas sigue siendo el grupo extranjero más numeroso de la localidad, aunque desde comienzos de la crisis se ha reducido considerablemente, hasta un 30 por ciento. Así, de los 10.000 habitantes de hace apenas dos años, en la actualidad rondan los siete mil. “Muchos han vuelto a Rumanía, pero otros muchos se han quedado”, especifica Emil-Ioan. Para ellos, la comunidad seguirá esperando poder terminar el templo.
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