Los pueblos pequeños rechazan unirse o perder competencias

Los pueblos pequeños rechazan unirse o perder competencias

Marta Rubí / Rogelio Montes
01:00 • 07 may. 2012
“¿Qué van a ahorrar?”, “¿cómo va a gestionar nuestro pueblo una persona que no lo conozca?”, “¿por qué no más protagonismo para las mancomunidades?”. Los alcaldes, del signo que sea, de las localidades más pequeñas de la provincia rechazan frontalmente la posibilidad de fusionarse con otros, como ya ha ocurrido en otras provincias como Galicia y Asturias. Los rumores que llegan desde el Ejecutivo de Rajoy se refieren a los menores de mil habitantes, que en Almería son casi la mitad: 49 de 102 municipios.

El alcalde de Fondón, que con 999 habitantes entra por ‘los pelos’ en el grupo, rechaza la idea por considerar que es fundamental que el dirigente de un pueblo viva en él y conozca sus necesidades: “¿Quién podría ser nuestro representante? -se pregunta-, ¿alguien de Berja o Canjáyar? No podría entender los problemas del pueblo”, afirma tajante Francisco Álvarez.

De la misma opinión se muestran otros alcaldes del interior de la provincia. En este sentido, el presidente de la mancomunidad para el Desarrollo de los Pueblos de Interior, el primer edil de Lucainena de las Torres, Juan Herrera, cree que los habitantes perderían identidad. “Sería como renunciar a ser lucainense”, opina el popular para quien la medida, si se hace, “debería ser voluntaria”.

Pero las medidas, rumores o propuestas en firme, no hablan sólo de fusiones, sino también de la pérdida de competencias. La Federación Española de Municipios y Provincias presentó la pasada semana un informe en el que proponía una lista de competencias que deberían quedar en el ámbito municipal y otros que se podrían transferir a las diputaciones provinciales, lo que respondería al debate de qué papel tienen realmente estas instituciones. El presidente de la FEMP consideraba que sería deseable realizar este traspaso de servicios en los municipios menores de cinco mil habitantes. En Almería, la cifra ascendería entonces a 89 pueblos.

“Nosotros el único gasto que tenemos son los 700 euros que cobra la secretaria”, defiende Juan Padilla, primer edil de Benitagla, localidad que apenas cuenta con un centenar de pobladores. “El alcalde no cobra y es electricista, fontanero..., poco pueden ahorrar con municipios como éste, que tiene 300.000 euros de presupuesto”, continúa.

Huída de la población
La posibilidad de que algunos servicios no estuvieran en las localidades supondría, según los alcaldes, numerosas incomodidades para los habitantes. “Si se llevan el ayuntamiento de Benitagla, digamos, a Tabernas, y tenemos que andar 50 kilómetros para hacer algún tipo de papeleo...”, imagina Padilla.

En el mismo sentido, el alcalde de Olula de Castro, Guillermo Mesas, cree que la fusión “sería un hundimiento, ya que bastante trabajo está costando mantener las poblaciones, a base de sacrificio y austeridad... Nos quedaríamos en pedanías o barrios que llegarían a su desaparición”.

Los alcaldes se escudan en que los municipios más pequeños “son los que menos deuda tienen” y que ya se comparten servicios “gracias a las mancomunidades”. “Si lo que quieren es ahorrar costes, que den más competencias a las mancomunidades y reduzcan las de las comunidades autónomas”, propone finalmente el edil de Suflí, Raúl Guirao.






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