Si los movimientos artísticos transgresores del siglo XX acabaron asimilados por la cultura comercial, estas Navidades una alternativa real al 'mainstream' sigue encontrándose en los Bailes de Ánimas de Vélez Blanco. Cita inapelable en las Noches de Inocentes, Año Nuevo y Reyes.
Son noches de antiguo invierno. Miles de noches de nieve o de ventisco. Un frío azul resbala por los Maimones y aguijonea los recuerdos de los velezanos, que van llegando desde los olivares de la Vega, El Píar o Alhara; desde El Bizmay, Derde o El Alcaide; o del Barrio, la Morería o la Plaza. Para los que un día emigraron resulta un reencuentro emocionante con sus raíces. Es como si toda su infancia subiera a la superficie. Tampoco faltan los visitantes que intuyen donde más calienta el fuego de la tradición. Todos, con sus afanes y anhelos. En una atmósfera de complicidad entre mozos y mayores, y los que ya nos dejaron, se suceden las parrandas, jotas y malagueñas.
Ora “sentadas”, ora “rabiosas” – de una viveza casi imposible - . Los diversos modos de bailar compiten en destreza y galanura. Se combinan con rifas y pujas de pollos, chotos y pavos – o paletillas, hogaño - … Por supuesto, a eso de medianoche, resulta obligado el piscolabis, a base de chorizos picantes y tortas de pascua - atrevido maridaje propio de la tierra - . Son estampas costumbristas, sí, pero de tal profundidad, que, como pintadas por Zuloaga, resultan pura modernidad.
Y es que la Cuadrilla de Ánimas alienta la alegría de las Pascuas en la Villa y su Parroquia desde tiempo inmemorial. Cuando en 1742 Händel estrenaba El Mesías – probablemente el clásico más interpretado en Navidad - , la Cuadrilla ya hacía siglos que venía anunciando un siempre nuevo mensaje del cielo. El Mayordomo, los Mochileros, los Cuadrilleros y el Guión – virtuoso del trovo y del arte de la repentización - , inician su carrera el Día del Nacimiento y advierten su paso con originales melodías, como 'El pasacalles' o 'El Melón'. La singularidad radica en que es un patrimonio intangible vivo, que transciende las exposiciones en museos o las representaciones en escenarios.
Ya saben, surfeando modas, y resistiendo el azote inmisericorde de toda suerte de 'mass media', desde la radio o la tv hasta el Instragram o el Tik Tok, la Noche del Día de los Reyes (seis, no cinco), a eso de las diez, en el Hogar de los pensionistas, todavía tienen la oportunidad de disfrutar del Baile de Ánimas o 'mariolos' – en jerga -. Una de las últimas trincheras de nuestro legado inmaterial. Y auténtica fiesta de la contracultura.
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