La lista de tareas de Juan Manuel Martín Robles abruma tanto por la importancia como por la variedad de sus ocupaciones. Y es que este virgitano, doctor en Historia del Arte, es director de la Fundación de Arte Ibáñez Cosentino, del Museo Doña Pakyta, del Museo de Arte de Almería-Espacio 2 y del nuevo Museo del Realismo Español Contemporáneo de Almería, que se estrenará en marzo. Y a todo ello ha sumado una ocupación más, la de convertirse en miembro de la Academia Andaluza de la Historia.
¿Cómo ha recibido este nombramiento de la Academia Andaluza?
Para mí es un orgullo y un placer. Y es algo que a los historiadores nos hace sentir muy halagados porque nos eligen en base a nuestro currículum. Además, es un lugar donde están trabajando casi todos los grandes historiadores de Andalucía.
Y ya es el segundo virgitano en esta institución...
Hay que decir que para poder hacer el ingreso siempre estamos apadrinados por algún académico. Y, en mi caso, fue precisamente por otro virgitano y uno de nuestros grandes historiadores, Valeriano Sánchez Ramos.
¿Cuáles son las obligaciones como académico?
Pues obligaciones específicas como tal para los académicos no hay, al margen de las reuniones y sesiones programadas. Pero sí que se nos exige que sigamos manteniendo ese nivel de investigación y ese nivel de publicación y ese nivel de compromiso con la historia y con el patrimonio y con todo lo que tiene que ver con Andalucía. En definitiva, el seguir investigando el seguir sacando a la luz el pasado y el presente más reciente de nuestra Comunidad Autónoma.
Y siempre con el arte como gran protagonista...
Es lo que más me gusta y lo que a mí mejor se me da. Esa esa la categoría en la que entro a formar parte en la Academia Andaluza y sobre ello iba el discurso de ingreso titulado: ‘La construcción de un imaginario a través del Arte: Almería y el barrio de la Chanca en las artes plásticas’.
Su trabajo le ha llevado por muchos rincones pero nunca pierde su vinculación con su Berja natal...
Así es. Además, yo soy miembro del Centro Virgitano de Estudios Históricos. Y aunque llevo unos años desvinculado de la revista Farua, que es la revista que edita el Centro Virgitano, sí he tenido siempre una presencia bastante constante escribiendo, sobre todo, sobre arte, que es lo mío. Y es algo que me gustaría seguir manteniendo.
Que importante es este Centro Virgitano y que importante es que haya personas referentes en Humanidades como usted para los jóvenes, ¿no?
La verdad es que, normalmente, cuando los historiadores empezamos cualquier trabajo de investigación, empezamos cualquier línea nueva o un proyecto nunca pensamos en que nos vayamos a convertir en referentes de alguien más joven o de alguien que también ama nuestra profesión. Pero es satisfactorio pensar que eso puede pasar. El mío era Valeriano Sánchez Ramos. Y quien me iba a decir que seríamos compañeros en el Centro Virgitano, que escribiríamos artículos juntos y que me apadrinaría para la Academia Andaluza de la Historia.
Por último, ¿qué le diría a esas nuevas generaciones?
Que tenemos que ser conscientes de que sin historia y sin memoria no tenemos nada, no somos nada. No tendríamos identidad. Y en el ámbito local, si no recuperamos esa historia y esa memoria, la iremos perdiendo nosotros y los que vienen detrás nuestra se olvidarán de ella.
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