El mayor ‘rascacielos’ de la provincia tiene los días contados

Este icono industrial será derribado con explosivos el próximo día 21 de marzo

La simbólica chimenea de la Térmica de Carboneras que será derribada en unos días tras 40 años.
La simbólica chimenea de la Térmica de Carboneras que será derribada en unos días tras 40 años. La Voz
Manuel León
00:05 • 13 mar. 2024

La chimenea de 200 metros de la Central Térmica de Carboneras ribeteada en su cumbre por bandas rojiblancas, uno de los escasos iconos de la Almería industrial, caerá al suelo como un castillo de naipes el próximo jueves 21 de marzo. Así está previsto por parte de la Administración y de la mercantil Endesa que la operó por espacio de casi 40 años. 



A partir de ahora se abre un nuevo escenario para ese emporio que, tras el derribo de la chimenea, continuará con el desmantelamiento de las instalaciones durante varios años intentando neutralizar el empleo perdido en ese municipio costero del Levante almeriense, además de los tres millones de ingresos que percibía el Ayuntamiento por esa actividad, sacrificios en pro de la descarbonización. 



Fue a finales de 2021 cuando un operario apretó el botón de apagado y fenecieron de golpe 38 años de vida de  la Central Térmica de Carboneras.



Rodalquilar y Carboneras se disputaron en 1981 el emplazamiento de la Central que planeaba el antiguo Instituto Nacional de Industria de la época ucedista de Adolfo Suárez con Ignacio Bayón como ministro del ramo. Ya tenía Carboneras la cementera Hornos Ibéricos desde finales de los 70 y eso determinó el emplazamiento finalmente elegido. De pronto se llenó la comarca de ingenieros, técnicos y operarios para su construcción, cuyos hijos abarrotaron algunas aulas del Instituto de Bachillerato de Vera. 



Todos tuvimos algún compañero de pupitre llegado de más cerca o más lejos cuyo padre trabajaba en la construcción de la Térmica, que, para una mente infantil, era entonces como decir que lo hacía en algo muy grande y misterioso con un diabólico funcionamiento. Se construyó la carretera de la Venta del Pobre para el trasiego de camiones y también se hizo el Puerto de Pucarsa, antes de que tuvieran uno los propios marrajeros. Su construcción hizo que regresaran muchos emigrantes. 



Después la Sepi privatizó la Empresa Nacional de Electricidad (Endesa) y la fábrica pasó a manos de Cajamadrid, de la familia Entrecanales y a cotizar en Bolsa, hasta acabar en el portfolio de la italiana Enel, su actual propietaria, quien, crudamente, se gastó 250 millones de euros en desulfurar los dos grupos de 1.120 MW de potencia para eliminar el azufre en la emisión. Un esfuerzo que, con el cierre definitivo, ha sido como gastar un pico en reformar un piso para que luego te desahucien.






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