“La madre de las niñas asesinadas era genial con sus hijas”

La cafetería La Esquina de Abla despachaba cafés y desayunos como de costumbre, pero un silencio incómodo engullía el ambiente. El sitio donde Alina encontró un lugar para mantener a su familia había quedado mudo, al igual que el resto del municipio abulense.

Los murmullos y los quebrantos de rabia y pena de los vecinos rompían ese estado shock colectivo en el que se imbuía ayer el pueblo. Alina y las niñas llegaron hace dos años pero se ganaron el cariño de todos. “Las niñas eran una monería”, explica Loli con un nudo en la garganta al recordar que hoy habría quedado con Alina ir al Ayuntamiento “para arreglar unos papeles para las niñas”. Para el pueblo, Alina es una vecina más, integrada que solo se preocupaba en sacar adelante a sus hijas. “Ella era genial con sus hijas, pasaba todas las mañanas por aquí, y llevaba a las niñas al colegio.

No les faltaba de nada”. Las pequeñas se ganaron el cariño de los abulenses, y gracias a la comunidad rumana que reside en el municipio, la integración de Alina y sus hijas fue sencilla. “Las niñas eran muy sociables, jugaban con mis nietos o conmigo. Era como si solo hubiera niños en la casa”, relata un amigo cercana a la madre las pequeñas.

Estado de shock

“La última vez que hablé Alina fue a las 01:00, me dijo “me ha matado a las niñas. Me las ha envenenado””, explica el propietario de La Esquina. Ayer por la mañana, la mujer acudió a la cafetería donde se tomó un café, pero no parecía a tender a la realidad. “Estaba en Shock”. Alina pasó la noche en el centro de salud recibiendo tranquilizantes, y su madre, al recibir la noticia en Rumania fue ingresa de urgencia.

Los vecinos mostraban su repulsa cargando las tintas contra la Justicia, a la que acusan de haber permitido que “conceder al asesino visitas sin Punto de Encuentro” y mostraban su apoyo incondicional a una vecina a la que consideran que “han matado en vida”.