Francisca de Paula Gil Cano, es el nombre de la almeriense que fundó su
propia congregación religiosa hace más de 120 años. La Madre
Paula o Paula de Jesús Gil Cano,-como ahora se le conoce entre sus fieles-, fundó hogares,
escuelas, hospitales, residencias para ancianos y personas desvalidas
a lo largo de toda la geografía española. Hoy en día cuenta con
un legado que sobrepasa las barreras nacionales, las casas de Madre Paula tienen presencia en 3 continentes: Europa,
América y África.
Sin
embargo, su figura y labor no es quizá tan popular como debiera, ya
que su afán no eran los reconocimientos ni los alardes de grandeza.
Sin dejar casi que le agradecieran sus actos, la Madre Paula
levantaba su campamento allí donde no la necesitaban más y buscaba
una nueva causa a la que sumarse con el único objetivo de brindar
ayuda a los demás. “Muchas de esas personas a las que ayudó no
llegaron nunca a conocer su nombre”, así lo cuentan hoy en día
las hermanas de su congregación.
Nació en Vera, allá por 1849, su familia residía en la calle Coletos. Francisca de Paula, era la
pequeña de seis hermanos y su hogar durante muchos años, fue la
Casa de Misericordia de Cartagena (Murcia). Con una infancia
difícil, marcada por el abandono de su padre, compartió su vida con
los huérfanos y así encontró su vocación: la caridad. Dar sin
recibir nada a cambio fue lo que impulsó a esta veratense a crear la
congregación de las ‘Franciscanas de la Purísima Concepción’
(1901) . El legado de esta mujer valiente que “está a un milagro”
de ser considerada Santa por parte de la Iglesia Católica.
En
1995 se abrió en la Diócesis de Cartagena, el proceso para su
beatificación, y se clausuró el 11 de octubre de 1997 para su
continuación en Roma. El 7 de julio de 2017 el Papa Francisco
decretó el reconocimiento de las virtudes de heroicidad de la Madre
Paula, proclamándola: “venerable”. Aunque para los devotos de
Paula de Gil, no cabe duda: “es una Santa”.
No es para
menos, Paula de Jesús Gil Cano, dedicó su vida a ayudar a los
necesitados. Allí donde había huérfanos, ancianos desamparados o
enfermos...Esta religiosa no titubeaba y se instalaba para ofrecer su
ayuda y disposición. La Casa Madre en Murcia, Ondara, Valdepeñas,
Almagro, Consuegra, Mora, Herencia, Vera, Madrid...Mozambique, Kenia,
Nicaragua, Colombia, Cuba, Panamá, Guatemala, El Sakvadir, honduras,
México o Bolivia….son algunos de los lugares donde la veratense
dejó o continúa dejando huella.
La congregación de las
Franciscanas de la Purísima Concepción luchan hoy para visibilizar
la heroicidad de la Madre Paula. Quien estuvo dedicada a esas
“pequeñas” cosas que marcan la diferencia, pero que no son
consideradas “un milagro”. Éste sería lo único que le faltaría
a la Madre Paula para tener la concesión de Santa.
Esta veratense que
vivió con lemas tan nobles como el de: “que disfruten los pobres y
que sea de mi lo que Dios quiera”, falleció a causa de la
tuberculosis en 1913 a los 63 años de edad y tras 33 años de vida
religiosa. Sus restos reposan en la capilla del Hospital San Carlos
de Murcia y su bondad recorre hoy los continentes de todo el mundo.
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